Skip to main content

Verificado por Psychology Today

Jack Schafer Ph.D.
Jack Schafer Ph.D.
Engaño

El engaño se descubre por la nariz

Explorando el vínculo entre rascarse la nariz y el engaño.

Los puntos clave

  • Rascarse la nariz o frotarse la nariz es un comportamiento que se puede observar en individuos que engañan.
  • Rascarse la nariz puede ser un intento subconsciente de aliviar la ansiedad asociada con la deshonestidad.
  • Rascarse la nariz puede sugerir un engaño, pero confiar únicamente en esta señal está lejos de ser infalible.
Kevin Malik/Pexels
Kevin Malik/Pexels

La comunicación no verbal juega un papel importante en la comprensión del comportamiento humano. Implica observar señales sutiles como la postura del cuerpo, las expresiones faciales y los gestos con las manos. La investigación ha demostrado que las señales no verbales pueden proporcionar indicadores de engaño. Una de esas señales que se ha asociado durante mucho tiempo con el engaño es rascarse la nariz. Todos hemos escuchado la frase “A Pinocho le crece la nariz cuando miente”, pero ¿hay algo de verdad en este adagio?

Rascarse la nariz, a menudo acompañado de frotarse o tocarse la nariz, es un comportamiento observado en individuos que engañan. Es fundamental abordar este tema con cautela, ya que rascarse la nariz también puede desencadenarse por factores reales como alergias, resfriado común o piel seca. Las razones subyacentes detrás de rascarse la nariz durante el engaño aún no se comprenden completamente. Una hipótesis sugiere que podría ser un intento subconsciente de desviar la atención de la cara o aliviar la ansiedad asociada con la deshonestidad. Cuando las personas se sienten incómodas o nerviosas mientras mienten, pueden exhibir un aumento de los comportamientos de inquietud, incluido rascarse la nariz.

El miedo a ser atrapado en una mentira desencadena la respuesta de lucha o huida que, entre otras respuestas fisiológicas, provoca la vasoconstricción, lo que aumenta la presión arterial. El aumento de la presión arterial hace que los tejidos dentro de la nariz se hinchen y sientan un hormigueo, lo que provoca picazón. Por lo tanto, cuando una persona miente, puede sentir una mayor necesidad de satisfacer la picazón tocándose la nariz.

Es importante tener en cuenta que rascarse la nariz por sí solo no es un indicador definitivo de engaño, pero debe considerarse junto con otras señales no verbales. Si bien rascarse la nariz puede sugerir un posible engaño, confiar únicamente en esta señal está lejos de ser infalible. Los expertos en detección de engaños enfatizan la importancia de observar grupos de señales no verbales, además de considerar el contexto y el contenido verbal. La combinación de varias señales puede proporcionar una evaluación más precisa de si alguien está engañando o no.

La interpretación de las señales no verbales, incluido rascarse la nariz, debe considerarse dentro del contexto del individuo y la situación. Diferentes personas tienen gestos y hábitos únicos que pueden influir en su lenguaje corporal. Las variaciones culturales también pueden afectar el significado y la importancia de las señales no verbales. Por lo tanto, es esencial tener precaución y evitar sacar conclusiones precipitadas basadas únicamente en un solo comportamiento.

La conexión entre rascarse la nariz y el engaño es un área de estudio fascinante dentro del ámbito de la comunicación no verbal. Si bien la investigación científica sugiere una correlación potencial, es crucial evitar la generalización excesiva o los estereotipos basados únicamente en esta señal. La comprensión e interpretación de las señales no verbales, incluido rascarse la nariz, debe abordarse con cautela, teniendo en cuenta las diferencias individuales, las influencias culturales y el contexto general. Al considerar una variedad de señales verbales y no verbales, podemos mejorar nuestra capacidad para detectar el engaño, proporcionando información valiosa sobre el comportamiento y la comunicación humanos.

A version of this article originally appeared in Inglés.

publicidad
Más de Jack Schafer Ph.D.
Más de Psychology Today
Más de Jack Schafer Ph.D.
Más de Psychology Today