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Verificado por Psychology Today

Psicología intercultural

Se resuelve el misterio de porqué los recién nacidos imitan

¡No lo hacen! Nueva evidencia muestra que el fenómeno tan celebrado no es real.

Los puntos clave

  • Diversas líneas de evidencia desafían la noción de larga data de que los recién nacidos pueden imitar a otros.
  • El estudio longitudinal más grande hasta la fecha no logra replicar la evidencia de imitación neonatal.
  • Un metanálisis de estudios anteriores muestra que solo un grupo selecto de laboratorios informa haber encontrado el efecto.

Los humanos parecen ser únicos en la medida en que confiamos en la cultura: en las herramientas, palabras e ideas que adquirimos de otros. A través de la imitación y la enseñanza, la cultura funciona como un segundo sistema de herencia por encima de la herencia biológica. Incluso se ha argumentado que hemos evolucionado biológicamente para la evolución cultural, ya que parece que nacemos con la capacidad de imitar. Si bien seguía siendo un misterio cómo un recién nacido podría igualar instantáneamente lo que ve que otros hacen con sus propias acciones motoras, la imitación neonatal se había convertido en el centro de muchas teorías sobre el desarrollo cognitivo social normal. Sin embargo, esta afirmación de que incluso los humanos recién nacidos pueden copiar ha sido seriamente cuestionada.

Pexels/Pixabay
Source: Pexels/Pixabay

El mayor estudio longitudinal sobre la imitación neonatal

Durante más de cuatro décadas, a los padres se les ha dicho que sus bebés recién nacidos pueden imitar sus gestos. El gesto más común reportado fue el de sacar la lengua: saca la lengua y los pequeños sacan la suya a su vez. Uno de mis bebés parecía hacer exactamente eso, mientras que el otro no mostraba signos de copiar en absoluto. Al igual que otros padres, me preguntaba si debería preocuparme si mi bebé parecía tener o no una tendencia tan temprana a imitar. En colaboración con Virginia Slaugther, Janine Oostenbroek, Jon Redshaw y otros, nuestro laboratorio en la Universidad de Queensland se propuso examinar las diferencias individuales en la “imitación neonatal” en el estudio longitudinal más grande jamás realizado para evaluar lo que puede predecir sobre el aprendizaje social y la cognición posteriores.

Sin embargo, nos sorprendió no encontrar pruebas convincentes de imitación neonatal. Sí, a veces los bebés sacaban la lengua cuando nosotros lo hacíamos, pero era igualmente probable que los niños lo hicieran en respuesta a otros gestos. Este fue un hallazgo no deseado, ya que esperábamos rastrear lo que las diferencias individuales en la imitación podrían predecir a lo largo del desarrollo. Pero los datos eran convincentes. Si bien hubo fallas anteriores para replicar la imitación neonatal, ningún otro estudio había probado tan exhaustivamente esta supuesta capacidad.

Reevaluación de estudios anteriores

Después de nuestro estudio, se produjo un debate en la literatura sobre si las diferencias en la metodología pueden explicar por qué algunos estudios encuentran un efecto y otros no. Por lo tanto, realizamos un metanálisis completo para evaluar el papel de estos factores metodológicos. Al examinar los datos de los últimos 40 años que comprenden más de 300 tamaños de efecto, encontramos que solo un grupo selecto de laboratorios informan haber encontrado el efecto, y no parecen hacerlo debido a ningún método en particular utilizado.

¿Podría ser realmente el caso de que el fenómeno largamente celebrado no sea real? Diversas otras líneas de evidencia ahora refuerzan esta conclusión. Los estudios EMG ahora sugieren que la imitación no surge por primera vez al nacer, sino entre los cuatro y los siete meses de edad. Un análisis convincente del desarrollo aerodigestivo humano concluyó que los recién nacidos humanos ni siquiera poseen un control cortical voluntario sobre las acciones faciales que se suponía que habían sido imitadas. La creencia en la realidad de la imitación neonatal fue respaldada previamente por informes de que los macacos recién nacidos también imitan gestos faciales. Pero este caso también ha sido socavado por un nuevo análisis estadísticamente sólido de todos los datos de macacos publicados que no arrojan signos de imitación.

¿Está resuelto el misterio?

Es muy probable que futuros estudios continúen encontrando esporádicamente signos aparentes de imitación neonatal. Sin embargo, para marcar la diferencia, esa nueva evidencia debe ser más poderosa que la adición de simplemente otro pequeño conjunto de datos. Creo que solo los estudios de replicación registrados previamente, a gran escala y en varios laboratorios pueden cambiar el peso actual de la evidencia. Tal como están las cosas, creo que es hora de reescribir los libros de texto: no hay un caso convincente que los recién nacidos puedan imitar.

Esto no significa necesariamente que la imitación no esté en nuestros genes, como ha argumentado un comentarista. Después de todo, no todos los rasgos innatos tienen que estar presentes al nacer (recordemos la pubertad). Pero sí significa que los padres pueden dejar de preocuparse de que sus recién nacidos no copien sus gestos.

A version of this article originally appeared in Inglés.

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Acerca de
Thomas Suddendorf Ph.D.

El Dr. Thomas Suddendorf, es profesor de psicología en la Universidad de Queensland.

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