Un sesgo es la tendencia, inclinación o prejuicio hacia o contra algo o alguien. Algunos sesgos son positivos y útiles, como elegir solo comer alimentos que se consideran saludables o alejarse de alguien que nos ha causado daños con conocimiento. Pero los sesgos suelen estar basados en estereotipos, en lugar de conocimiento real de un individuo o circunstancia. Ya sean positivos o negativos, esos atajos cognitivos pueden resultar en prejuicios que lleven a decisiones apresuradas o prácticas discriminatorias.
Los sesgos suelen caracterizarse como estereotipos sobre personas con base en el grupo al que pertenecen y/o basándose en una característica física inmutable que poseen como su género, etnicidad u orientación sexual. Este tipo de sesgo puede ser resultar dañino en el mundo real. Las personas pueden no estar conscientes de tener estos sesgos.
El fenómeno de sesgo implícito se refiere a estímulos sociales que escapan de la detección consciente. Prestar atención a sesgos útiles, mientras que mantenemos los sesgos negativos, perjudiciales o accidentales a raya, requiere de un balance delicado entre la autoprotección y empatía hacia los demás.
Un sesgo es una inclinación natural a favor o en contra de una idea, grupo, objeto o individuo. Con frecuencia, los sesgos son aprendidos y dependen considerablemente de variables como el estatus socioeconómico de una persona, su raza, etnicidad, antecedentes educativos, etc. Al nivel individual, los sesgos pueden impactar negativamente en las relaciones personales y profesionales de las personas, a nivel de sociedad, puede llevar a la persecución injusta de un grupo, como el Holocausto y la esclavitud.
Empezando a una edad temprana, las personas discriminarán entre aquellos que son como ellos, su grupo interno, y aquellos que no son como ellos, el grupo externo. En el lado positivo, pueden obtener un sentido de identidad y seguridad. Sin embargo, llevada a un extremo, esta categorización puede incitar una mentalidad de "nosotros contra ellos" y llevar a un prejuicio dañino.
Las personas suelen estar naturalmente sesgadas, les gustan ciertas cosas y les desagradan otras, usualmente sin estar completamente conscientes de su prejuicio. Los sesgos se adquieren a una edad temprana, con frecuencia como resultado de la crianza propia. Este sesgo inconsciente se vuelve problemático cuando causa que un individuo o grupo trate mal a otros como resultado de su género, raza, etnicidad y otros factores.
Generalmente no. Todo el mundo tiene algún grado de sesgos. Es parte de la naturaleza humana asignar juicios con base en primera impresiones. Además, la mayoría de las personas tienen toda una vida de condicionamiento por parte de escuelas, instituciones religiosas, sus familias, y los medios. Sin embargo, al reflexionar críticamente sobre los juicios y al estar conscientes de los puntos ciegos, los individuos pueden evitar estereotipos y actuar a partir de prejuicios dañinos.
Decirle a las personas que "supriman los prejuicios" o el racismo suele tener el efecto contrario. Cuando las personas están entrenadas para notar los prejuicios o pensamientos racistas sin intentar alejarlos, son capaces de tomar decisiones deliberadas sobre la manera en la que se comportan con los demás. Esto puede llevar a menos discriminación y reducción de sesgos con el tiempo.
Una categoría de sesgos, conocida como sesgos cognitivos, consta de patrones repetidos de pensamiento que pueden llevar a conclusiones irracionales o imprecisas. Los sesgos cognitivos pueden ayudar a tomar decisiones más rápido pero esas decisiones no siempre son precisas. Algunas razones comunes podrían incluir memoria defectuosa, falta de atención, límites naturales a la capacidad del cerebro de procesar información, estímulos emocionales, presiones sociales e incluso envejecimiento. Al evaluar la investigación, o incluso los pensamientos y comportamientos propios, es importante estar conscientes de los sesgos cognitivos e intentar contrarrestar sus efectos cuando sea posible.
Cuando eres el actor, tienes más probabilidades de ver tus acciones como resultado de factores externos y de situación. Mientras que, cuando eres el observador de otras personas, tienes más probabilidades de percibir sus acciones como basadas en factores internos (como disposición general). Esto puede llevar a pensamiento mágico y falta de autoconsciencia.
Las personas tienden a aceptar la primera pieza de información que reciben y a usarla inconscientemente para "anclar" su proceso de toma de decisiones, incluso cuando la información es incorrecta o prejuiciosa. Esto puede llevar a un juicio sesgado y a tomar malas decisiones, especialmente cuando las personas no se toman el tiempo de razonar sus opciones.
El sesgo de atribución ocurre cuando alguien intenta atribuirle razones o motivaciones a las acciones de los demás sin evidencias concretas para aportar esas asunciones.
El sesgo de confirmación, también conocido como "razonamiento motivado" se refiere a la tendencia del cerebro a buscar y enfocarse en información que respalde lo que alguien ya cree, mientras que ignora los hechos que van en contra de esas creencias a pesar de su relevancia.
Las personas con sesgo de retrospectiva creen que deberían haber anticipado ciertos resultados que podrían solo haberse vuelto evidentes ahora con el beneficio de más conocimiento y perspectiva. Podrían olvidar que en el momento del evento, la mayoría de la información necesaria simplemente no estaba disponible. También podrían hacer asunciones injustas creyendo que otras personas comparten sus experiencias y esperan que lleguen a las mismas conclusiones.
En el efecto Dunning-Kruger, las personas carecen del autoconocimiento para evaluar adecuadamente sus habilidades. Con frecuencia terminan sobreestimando su conocimiento o habilidad. Por ejemplo, suele pasar que creemos que somos más inteligentes, amables o mejores al manejar a otros que las personas promedio.
Las personas tienen más probabilidades de atribuir las acciones de alguien más a su personalidad, sin tomar en cuenta la situación a la que se están enfrentando. Sin embargo, rara vez cometen este error de atribución fundamental cuando analizan su propio comportamiento.
El efecto halo ocurre cuando tu primera impresión positiva de alguien colorea tu percepción general de ellos. Por ejemplo, si te impresiona lo hermoso que alguien es, podrías asumir que tiene otras características positivas, como ser sabio o inteligente o valiente. Una impresión negativa de primera mano te puede llevar a asumir lo peor de una persona, resultando en un "halo invertido" o "el efecto de los cuernos".
A las personas les gusta ganar, pero odian más perder. Así que tienden a prestarle más atención a resultados negativos y a valorarlos más que a los positivos al considerar una decisión. Este sesgo de negatividad explica por qué nos enfocamos más en eventos molestos y por qué las noticias parecen tan aciagas la mayor parte del tiempo.
¿Alguna vez han escuchado, "no tires dinero bueno en cosas malas"? Esa expresión está basada en la falacia del costo hundido. Básicamente, cuando alguien está consciente del tiempo, esfuerzo y costo emocional que ya se invirtió en algo, puede parecerles más difícil cambiar de opinión o renunciar a una meta de mucho tiempo, incluso cuando es la elección más saludable para ellos.