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Verificado por Psychology Today

Relaciones

3 Lecciones que aprendemos de la relación de nuestros padres

Nuestro primer ambiente en el hogar puede moldear nuestra personalidad y sentido de nosotros mismos.

Los puntos clave

  • Nuestros padres son nuestros primeros ejemplos de relaciones y de cómo tratar a los demás.
  • Si nuestras relaciones fundamentales no fueron saludables, podemos repetir estos comportamientos.
  • Ser consciente de sí mismo y tomar medidas para cambiar ayudará a romper patrones poco saludables.
StockSnap/Pixabay
Source: StockSnap/Pixabay

Debido a que nacemos como una pizarra en blanco, nuestro primer entorno hogareño da forma en gran medida a la base de quiénes somos individualmente. Este entorno contribuye a nuestra personalidad y nuestro sentido de identidad, así como a quiénes nos convertimos en las relaciones.

Si observamos a los adultos en nuestro entorno familiar llevar a cabo interacciones saludables, imitamos estas formas de interactuar con los demás. Observar a los adultos en el hogar manejar el conflicto de una manera saludable y constructiva enseña a los niños a hacer lo mismo con sus compañeros y, más tarde, en sus propias relaciones.

Sin embargo, si en el camino experimentamos un trauma en nuestras relaciones fundamentales u observamos patrones disfuncionales entre nuestros cuidadores, es probable que afecte nuestra capacidad (o incapacidad) para formar una comunicación saludable, nuestra capacidad (o incapacidad) para resolver conflictos y cómo nos relacionamos con los demás.

Para aquellos de nosotros que crecimos en hogares disfuncionales, la mayoría de nuestros padres fueron sobrevivientes de su propio trauma y, a menudo, terminaron lidiando con sus propios demonios mientras criaban a sus hijos. Muchos vivieron en una época anterior a que las conversaciones sobre el trauma se normalizaran o en un hogar donde estas conversaciones estaban mal vistas. Sin el lujo de la comprensión o la empatía, muchas personas no saben que están reaccionando desde un lugar poco saludable, solo que su reacción tiene sentido en el momento.

Sin embargo, este conocimiento y comprensión no siempre lo hace más fácil. En su libro de 2014, Running on Empty, Overcome Your Childhood Emotional Neglect, Jonice Webb escribe que la mayoría de las personas: "se sienten muy incómodas con la idea de que sus cuidadores primarios tuvieron un efecto tan grande en ellas. Quizás reconocer el increíble poder de los padres es inherentemente amenazante para todos nosotros. Si entendemos el verdadero impacto que nuestros padres tuvieron en nosotros, podemos sentirnos solos, sin poder o incluso victimizados" (Webb 2014, p200).

Sus palabras hacen eco del sentimiento que muchos de mis pacientes sienten cuando comienzan la terapia: frustrados e impotentes. "Está en el pasado, ya debería haber superado esto", escucho día tras día. Y entiendo su frustración, porque yo también a veces siento resentimiento por todos los patrones poco saludables que tuve que desaprender y lo que me costó hacer eso.

Muchas personas crecen y entran en relaciones que ponen de manifiesto las mismas dinámicas poco saludables y patrones disfuncionales, imitando la infancia de la que aún no se han curado. A menudo, después de varias relaciones fallidas, las personas comienzan la terapia, preguntándose cómo cambiar los patrones en los que se encuentran atrapados continuamente.

A pesar de lo que Freud quisiera que yo y muchos de mis colegas creyéramos, no todas nuestras relaciones son reflejos obvios de nuestros padres. Pero hay muchos puntos en común, incluidos los comportamientos que aprendemos que son aceptables y lo que creemos que merecemos en una relación romántica.

Aquí hay tres cosas que aprendemos de nuestros padres sobre las relaciones íntimas y románticas:

  1. Lo que merecemos: Los niños aprenden mucho observando, y observan todo. A través de sus pequeños ojos, desarrollan una visión de lo que merecen en una relación. Si una niña pequeña observa a mamá sola y llorando una y otra vez, pero se niega (o no puede) dejar al hombre que la abusa, aprende que este es un comportamiento aceptable, o al menos excusable, en un matrimonio. Aprendemos no solo lo que soportaremos en una relación, sino también si merecemos negarnos a permitir ciertos comportamientos.
  2. Qué y cómo comunicarse: Como humanos, nos comunicamos constantemente entre nosotros de muchas maneras que no son lenguaje verbal-corporal, comentarios pasivo-agresivos o suspiros audibles, portazos o tratamientos silenciosos. Cuando observan a los adultos dentro del hogar usando estas formas poco saludables de expresar disgusto e infelicidad, los niños aprenden que esta es la forma de comunicarse. Muchos de nosotros no aprendimos formas saludables de manejar los conflictos hasta la edad adulta, cuando pudimos observar más conscientemente a otros que manejaban eventos estresantes de maneras que nos hacían sentir más cómodos de navegar.
  3. Cuál es nuestro papel: Nuestro papel proviene de muchas cosas, comenzando desde fuera de nuestra familia, pero se solidifica dentro de nuestra unidad familiar. El género y la fe, entre otros factores, trabajan juntos para formar expectativas de cómo debemos actuar y en quién debemos convertirnos en una relación. Un niño nacido en una fe o cultura en la que las opiniones de las mujeres no son valoradas podría tener dificultades para ser escuchado dentro de su propio hogar. Si un niño pequeño ve a su papá trabajar largas horas, sin apenas tiempo para él o su familia, aprende que esta es la forma de ser un hombre.

Sanar de nuestro pasado no se trata de culpar, sino de aprender y comprender. A medida que crecemos, podemos desarrollar una visión a medida que establecemos conexiones entre los patrones poco saludables actuales y las experiencias de la infancia. La conciencia es el primer paso para cambiar cualquier comportamiento que no nos esté beneficiando.

A version of this article originally appeared in Inglés.

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Acerca de
Kaytee Gillis, LCSW-BACS

Kaytee Gillis, Trabajadora Social Clínica Acreditada-Supervisora Clínica Acreditada, es psicoterapeuta y autora de Invisible Bruises: How a Better Understanding of the Patterns of Domestic Violence Can Help Survivors Navigate the Legal System.

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