Identidad
Navegando el cansancio permanente
Cuando el cansancio se convierte en tu identidad.
16 de marzo de 2024 Revisado por Lybi Ma
Una profunda comprensión me sorprendió durante una conversación reciente con una paciente. Cuando dice “stoy cansada”, no está describiendo su estado actual. En cambio, se identifica con el agotamiento mismo. El cansancio, al parecer, tiene una capacidad peculiar para transformarse en un aspecto definitorio de nuestro ser.
Esta transformación a menudo comienza de forma sutil, sin que seamos conscientes de ello. De manera lenta pero segura, nos retiramos de actividades que alguna vez disfrutamos, evitamos las interacciones sociales y nos volvemos cada vez más irritables. Es como si nuestra propia identidad se viera ensombrecida por la fatiga, volviéndonos irreconocibles incluso para nosotros mismos.
Pero ¿qué podemos hacer ante un agotamiento tan generalizado? Descansar, al parecer, no es la solución. Cuando la fatiga se apodera de nosotros, ya hemos superado los límites de nuestro cuerpo. Incluso acostarse ofrece poco respiro; nuestras mentes permanecen inquietas y nuestros cuerpos se sienten desconectados e insensibles.
¿En dónde nos deja eso?
Quizás la respuesta esté en un cambio radical: la voluntad de decir no a lo familiar y sí a lo desconocido. Si el agotamiento surge del agotamiento de nuestras reservas físicas y emocionales, entonces es hora de reescribir el guión de nuestras vidas.
En su perspicaz ensayo, “l sentido del sufrimiento”, Scheler cuestiona la aversión de la sociedad al dolor y al sufrimiento. En lugar de verlos como obstáculos que deben evitarse a toda costa, sugiere que pueden servir como conductos hacia un significado más profundo. Sostiene que el sufrimiento no es una señal de fracaso, sino una puerta de entrada a la resiliencia y al crecimiento personal.
Desde este punto de vista, reconocer nuestra propia fatiga se convierte en un catalizador del cambio. No es una crítica de quiénes somos, sino un llamado clarificador a explorar nuevas vías de existencia. Al igual que las fuertes nevadas que cubren las semillas latentes, el agotamiento señala el potencial de renovación y transformación.
Al abrazar esta nueva perspectiva, invitamos a la posibilidad de una vida vivida con intención y propósito. En lugar de sucumbir a la tiranía de la fatiga, recuperamos el control de nuestras experiencias y forjamos un camino hacia una mayor satisfacción. Que el cansancio no sea nuestra identidad, sino un presagio de seres vibrantes y resilientes que esperan emerger. Como la nieve que se derrite en el calor de la primavera, nosotros también nos descongelaremos y floreceremos de nuevo.
A version of this article originally appeared in Inglés.