Skip to main content

Verificado por Psychology Today

Autoestima

¿Qué hacer cuando no te agradas a ti mismo?

Si quieres agradarte, debes ganarte tu propio respeto.

Algunas personas tienen la mala fortuna de haber nacido con padres abusivos que los hacían menos y evitaron que desarrollaran una autoestima saludable. Otros nacen con la predisposición a percibirse bajo una luz negativa debido a su aspecto físico, una discapacidad o por alguna razón que todos, incluso ellos, desconocen. Las investigaciones han respaldado consistentemente la noción de que es difícil ser feliz si nosotros mismos no nos gustamos.. Pero, ¿cómo puede uno aprender a agradarse cuando no es así?

¿Qué parte de nosotros nos desagrada?

Las personas llenas de autodesprecio suelen imaginar que les desagrada cada parte de sí mismas, pero esto rara vez es cierto, si es que alguna vez lo es. Con mayor frecuencia, si se les pregunta por partes específicas de sí mismas que les desagradan, son capaces de brindar respuestas específicas: su aspecto físico, su incapacidad de ser excelentes en el aspecto educativo o laboral, o tal vez su incapacidad de cumplir sus sueños. Pero cuando se les presenta, por ejemplo, un escenario en el que se encuentran con un niño atrapado debajo de un coche luego de un accidente, el hecho de que se aterrorizarían y desearían urgentemente hacer algo para ayudarle rara vez les incita a darse crédito por la humanidad que indica esa reacción.

¿Por qué las personas que se odian a sí mismas ignoran tan fácilmente sus partes buenas? La respuesta en la mayoría de los casos resulta no estar relacionada con el hecho de que tienen cualidades negativas, sino con el peso desproporcionado que le dan. Las personas que no se agradan a sí mismas pueden reconocer que tienen atributos positivos pero cualquier impacto emocional que pudierann tener se ve simplemente eliminado.

La fuente del autodesprecio

Esto hace que aprender a gustarse sea una tarea difícil. De hecho, muchas personas pasan una vida en terapia persiguiendo el amor propio, batallando como si estuvieran aprendiendo un nuevo idioma como adultos en lugar de como niños.

Sin embargo, antes de que ocurra un cambio así, la causa esencial del autodesprecio propio debe aprehenderse. Con esto no me refiero a la causa histórica. Las circunstancias que inicialmente llevaron a las personas a autodespreciarse lo hacen detonando un proceso de pensamiento de autodesprecio que continúa por mucho tiempo después de que las circunstancias que lo activaron se han resuelto. Un proceso de pensamiento que obtiene más y más impulso mientras más permanece sin ser desafiado, de la misma manera en la que una roca adquiere velocidad al girar en picada por una montaña si nada se interpone en su camino.

Por ejemplo, puede que tus padres no te elogiaran o apoyaran por tus logros en la escuela cuando eras pequeño, tal vez te ignoraban mayoritariamente, lo que te llevó a concluir que no les importabas, lo que te llevó a concluir que no eras digno de ser importante. Esta última idea, no el recuerdo de tus padres ignorándote, es lo que adquiere poder dentro de tu vida y te hace odiarte, a menos de que se detenga mediante un razonamiento adulto en una etapa temprana. Una vez que la narrativa de no ser valioso se incrusta en la mente de uno, se vuelve extraordinariamente difícil dejar de creerla, especialmente cuando uno puede encontrar evidencias de que representa una historia real.

Pero una narrativa no es más que eso: una historia que nos contamos a nosotros mismos. Fácilmente puede contener elementos de verdad: que no somos atractivos, que fracasamos con mucha frecuencia o que nuestros padres no parecían ser capaces de amarnos. Pero proceder de hechos como éstos a la conclusión de que merecemos solo nuestro propio escarnio constituye un error de pensamiento.

La verdadera fuente de autoestima

El problema es que nosotros, como meros mortales, difícilmente podemos evitar derivar nuestra autoestima de la fuente equivocada, incluso aquellos de nosotros con autoestima saludable. Miramos hacia lo que en el budismo Nichiren se conoce como “el ser más pequeño”, las partes de nosotros que parecen ser mejores que las de los demás y a las que nos apegamos excesivamente. En otras palabras, basamos nuestra autoestima en cosas de nosotros mismos que percibimos como únicas: típicamente nuestro aspecto, nuestras habilidades o nuestros logros.

Pero solamente necesitamos experimentar la pérdida de cualquiera de estos elementos de apoyo para reconocer el peligro de basarnos en ellos para crear nuestra autoestima. Nuestro aspecto, como sabemos, se va desvaneciendo con el tiempo. Solemos ganar más peso del que nos gustaría. A veces vienen enfermedades que evitan que corramos tan rápido, nos concentremos tanto o pensemos con tanta claridad como lo hacíamos s antes. Los logros anteriores pierden su habilidad de sostenernos mientras más atrás se van quedando en nuestra historia.

No estoy diciendo que basar nuestra autoestima en nuestras cualidades positivas esté mal. Pero deberíamos buscar basarla en cualidades positivas que no requieran comparación con las cualidades de otros para valorarlas. Debemos despertar ante la bondad esencial, que en el budismo Nichiren se conoce como nuestro “ser mayor”, que yace dentro de todos nosotros. Si queremos enamorarnos de nuestras vidas, y con esto no me refiero al “nosotros” de nuestros egos de mente pequeña, debemos trabajar arduamente para manifestar nuestros yo superiores en nuestras vidas diarias. Debemos generar la sabiduría y la compasión para preocuparnos por los demás hasta habernos convertido, poco a poco, en las personas que más deseamos ser.

En otras palabras, si queremos autoagradarnos tenemos que ganarnos nuestro propio respeto. Afortunadamente, hacer esto no requiere que nos convirtamos en personas extraordinariamente atractivas o exitosas. Solamente requiere que nos convirtamos en personas de carácter extraordinario, algo que cualquiera puede hacer.

Un pensamiento simple apoya esta noción: piensa en este momento sobre tu persona favorita y pregúntate, ¿qué de lo que tiene te atrae por encima de todo? Probablemente no es solo su aspecto físico o sus logros, sino su espíritu magnánimo; la manera en la que trata a otros. Esta es la cualidad clave que hace que las personas sean agradables, incluso para sí mismas.

Resulta que tratar bien a otros es la vía más rápida hacia una autoestima saludable. Si te desagradas, deja de enfocarte en tus cualidades negativas. Todos tenemos cualidades negativas. No hay nada especial sobre tu negatividad, te lo prometo. En su lugar, enfócate en querer a los demás. Porque mientras más te ocupes de los demás, te garantizo que serás más capaz de ocuparte de ti.

Si disfrutaste de esta publicación, por favor siéntete en libertad de explorar la página oficial del Dr. Lickerman.

A version of this article originally appeared in Inglés.

publicidad
Acerca de
Alex Lickerman M.D.

Alex Lickerman, Médico, es internista general y fue director de Atención Primaria en la Universidad de Chicago y ha sido budista practicante desde 1989.

Más de Alex Lickerman M.D.
Más de Psychology Today
Más de Alex Lickerman M.D.
Más de Psychology Today