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Verificado por Psychology Today

Ilan Kelman Ph.D.
Ilan Kelman Ph.D.
Resiliencia

La resiliencia psicológica luego del desastre

Así es como la catástrofe afecta la salud mental y el bienestar en Australia.

Los puntos clave

  • Un nuevo artículo examina cómo los desastres afectan la salud mental y el bienestar en Australia.
  • El estudio se centra en los incendios forestales de 2019-2020 y el COVID-19.
  • Las acciones buscan apoyar la salud mental y al mismo tiempo reducir y mitigar el riesgo de desastres.
Source: Courtesy of Ilan Kelman
La Isla Canguro, antes de los incendios forestales de 2019-2020, quemó más de dos quintas partes de la isla y mató a dos personas.
Source: Courtesy of Ilan Kelman

Todos hemos pasado por el terrible desastre de la pandemia de COVID-19. Muchos de nosotros habremos experimentado muchos otros desastres, ya sea a nivel personal como un accidente automovilístico o a nivel nacional como un huracán o un ataque terrorista que lleva a un país al luto. ¿Cómo afectan estas experiencias a la salud mental y el bienestar junto con la resiliencia psicológica?

Australianos lidiando con el desastre

Un nuevo artículo publicado en el Australian & New Zealand Journal of Psychiatry ofrece perspectivas desde Australia. Emily Macleod, del Centro de Investigación en Salud Mental de la Universidad Nacional Australiana en Canberra, dirigió un equipo con otras 14 personas de todo el país. Encuestaron a 3,083 personas que viven en Australia y les preguntaron sobre sus experiencias con los incendios forestales y la COVID-19, la angustia que experimentaron y los aspectos positivos que pudieron identificar para afrontar estas situaciones.

La angustia cubría síntomas de ansiedad, depresión, trastorno de estrés postraumático (TEPT) y estrés. Los resultados positivos se referían al afrontamiento y al bienestar.

Los resultados, como siempre, fueron contradictorios y ofrecieron vías de acción.

Todos los participantes identificaron una angustia significativa, lo cual no es sorprendente en el contexto de COVID-19. Australia cerró sus fronteras durante casi dos años, permitiendo sólo la entrada al país de un número limitado de ciudadanos y residentes. Esta medida permitió inmensas libertades internas, que eran difíciles en muchos otros países, pero no detuvo todos los brotes de COVID-19 en Australia. Esos parches se redujeron mediante cierres rápidos y estrictos, lo que pasó factura, incluso mientras ayudaban a otras personas en Australia.

La angustia registrada fue peor para las personas que habían sufrido incendios forestales. Cuanto peor es la experiencia del incendio, peor es la angustia.

Entre las personas encuestadas que habían sufrido incendios forestales, factores específicos redujeron la angustia y aumentaron los resultados positivos. Estos factores fueron ser mayor, pasar por menos estrés financiero y tener tasas más bajas de problemas de salud mental previos. Una menor pérdida de ingresos y ser hombre respaldaron los resultados positivos. Se observaron más angustia y resultados más positivos con una exposición más grave a los incendios forestales, un mayor nivel de educación y más dificultades relacionadas con la COVID-19. No surgieron patrones de condiciones de salud física previas o experiencias previas con incendios forestales.

Contextos más amplios para el estudio

Los autores utilizan con razón los resultados de su estudio para pedir que se apoye la salud mental y el bienestar. Se centran en “grupos vulnerables”, a quienes destacan como jóvenes, personas que ya padecen problemas de salud mental y pueblos indígenas.

Ampliando más allá de sus especificidades, considerando que la salud mental y el bienestar deberían ser para todos. Todos tenemos vulnerabilidades, por lo que todos somos parte de uno o más “grupos vulnerables”. Todo el mundo también tiene mecanismos para hacer frente a las vulnerabilidades. Todos necesitamos y merecemos apoyo para afrontar la situación y prosperar a nuestra manera.

Desestigmatizar las condiciones de salud y bienestar mental y hablar abiertamente sobre la propia salud mental y bienestar es parte del cambio cultural más amplio que se está presenciando y que podría recibir más apoyo. Este enfoque destacaría la prevención para garantizar que las condiciones de salud mental y bienestar existentes no empeoren y al mismo tiempo reduciría el riesgo de que otros desarrollen nuevas condiciones de salud mental y bienestar.

Ir más allá de los tropos comunes podría ayudar en el contexto de los desastres. Este artículo repite algunos de ellos, indicando la importancia de trabajar con personas fuera de las áreas centrales de uno.

La primera noción a reevaluar es la del “ciclo de gestión de desastres”. Esta idea se presenta como un círculo con partes conectadas, que incluyen la mitigación o reducción de riesgos, la planificación y la preparación, y luego un desastre seguido de respuesta, recuperación y reconstrucción. Repetir este ciclo podría implicar que los desastres sean inevitables. Por el contrario, el objetivo del artículo y de actuar ante un desastre es evitar desastres.

Más que el “ciclo de gestión de desastres”, es la “rutina de gestión de desastres” estancada en un camino que siempre apunta hacia la crisis. El objetivo debería ser romper este ciclo y salir de esta rutina evitando desastres. Un modelo alternativo es una hélice, que garantiza que el ciclo nunca se repita.

De manera similar, la afirmación del documento de que los desastres están aumentando en número y gravedad se opone a detener el ciclo. Una acción adecuada reduce el riesgo y detiene los desastres. Esto debería ser resiliencia: la prevención de desastres previene resultados adversos para la salud mental y el bienestar.

Los incendios forestales, los nuevos microbios y muchos otros peligros ambientales son inevitables. A veces, nuestras acciones los empeoran, como las sequías provocadas por el uso excesivo del agua y la construcción corrupta, que convierten un terremoto típico en el colapso de la infraestructura. Australia, en particular, debe tener cuidado con el calor y la humedad terribles, exacerbados por el cambio climático causado por el hombre, que ya está empujando los veranos más allá de la capacidad de supervivencia humana al aire libre.

La resiliencia psicológica relacionada con los desastres no se trata sólo de afrontarlos después. También se trata de la fortaleza para actuar sobre la base del conocimiento existente para evitar que ocurran desastres. Estas acciones apoyarían la salud mental y el bienestar de todos.

A version of this article originally appeared in Inglés.

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