Skip to main content

Verificado por Psychology Today

Empatía

La empatía y disfrutar de la desgracia ajena, dos caras de la misma moneda

Por qué te sientes bien cuando le pasan cosas malas a otros y por qué está bien.

¿Cómo te sientes cuando tu colaborador no obtiene ese ascenso que había estado presumiendo en el trabajo? ¿Cuando tu amigo/enemigo anuncia en lágrimas que su relación se acabó? ¿O cuando alguien se infecta de una enfermedad terrible que ha estado menospreciando durante todo el año?

Si tienes sentimientos conflictivos aquí, no estás solo. La mayoría de nosotros probablemente fluctuamos entre los ángeles y demonios proverbiales que se encuentran en nuestros hombros. ¿Mostramos empatía por su infortunio? ¿O experimentamos el placer perverso del schadenfreude? La palabra alemana significa literalmente “alegría por daño” y se refiere al acto de sentir placer por el infortunio de alguien más.

Tal vez la pregunta que deberíamos estarnos haciendo es, ¿cuál es el factor subyacente que nos hace sentir una emoción en lugar de otra?

De acuerdo con un estudio de 2020 publicado en Diferencias individuales y de personalidad, la respuesta podría ser tan simple como si alguien te agrada o no.

En el estudio, los investigadores observaron reacciones de sujetos participando en varias tareas de apuestas en donde ganaban, perdían o veían a desconocidos jugar. Los resultados mostraron que cuando el apostador era un extraño o alguien que les agradaba, entonces todos los sujetos mostraban empatía. Sin embargo, cuando el jugador era desagradable, los sujetos con tendencias en favor del yo (que tendían a priorizar su interés propio) tenían más probabilidades de experimentar schadenfreude en comparación con quienes eran más prosociales (o tenían más probabilidades de perseguir creencias colectivas para sí mismos y los demás) quienes mostraron más empatía por el jugador.

Que tus emociones se formen por si te agrada alguien o no, no es un fenómeno que aplique solo para adultos. En 2015, los investigadores analizaron si existía un sesgo similar en los niños haciéndoles preguntas sobre varias historias basadas en imágenes en donde el personaje principal experimentaba algún tipo de infortunio. Los resultados indicaron que los niños, desde los cuatro años de edad eran capaces de experimentar tanto schadenfreude como simpatía, dependiendo de la situación. Como los adultos en el estudio anterior, los niños eran más compasivos (un comportamiento prosocial) cuando los protagonistas eran agradables, así como si eran más moralmente positivos y cuando estaba claro que las cosas malas que les pasaban no eran culpa suya. Por otro lado, los niños sentían schadenfreude cuando el protagonista era desagradable, si era inmoral o si era el culpable de su infortunio.

Pero, ¿es dañino sentir alguna alegría por daños hacia alguien que se lo merece?

Depende. La empatía puede ser un sentimiento más prosocialmente aceptable, pero Tiffany Watt Smith, autora de Schadenfreude: la alegría por el infortunio de alguien más, dice que hay un lado positivo para esta emoción más oscura. La alegría o el placer son inherentes al schadenfreude, lo que, aunque puede ser complicado, en efecto te hace sentir bien. Además, puede ayudarnos a lidiar con nuestros propios defectos y complejos de inferioridad, mientras que también fortalecemos nuestros lazos con los demás. Explica:

“A veces invitamos a las personas a sentir schadenfreude a cuesta propia, por ejemplo, cuando llegamos a un nuevo trabajo y contamos una anécdota sobre un desastre que nos ocurrió de camino al trabajo, queremos que los demás se rían de nuestro sufrimiento para que no nos perciban como una amenaza.”

A pesar de estas resultados positivos, es imposible ignorar el aspecto sadista del schadenfreude. Notablemente, los investigadores de la universidad de Emory creen que la deshumanización se encuentra en el centro del schadenfreude, superponiéndose con “muchos otros rasgos ‘oscuros’ de personalidad” como el sadismo, el narcisismo y la psicopatía. En otras palabras el schadenfreude podría acostumbrarnos a sentir compasión y percibir a otros como verdaderamente humanos.

Pero controlar nuestras emociones siempre será un acto de balance. Todo el mundo siente schadenfreude o una carencia de empatía de vez en cuando, no deberíamos sentirnos culpables por hacerlo. Simplemente es la naturaleza humana. La próxima vez que te emociones porque alguien reciba su merecido, recuerda que no hay nada de malo en sentir un poco de alegría.

Imagen de Facebook: Semeniaka Aleksandr/Shutterstock

Imagen de LinkedIn: Flamingo Images/Shutterstock

A version of this article originally appeared in Inglés.

publicidad
Acerca de
Jen Kim

Jen Kim fue becaria en Psychology Today y se graduó de Northwestern University.

Más de Jen Kim
Más de Psychology Today
Más de Jen Kim
Más de Psychology Today