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Verificado por Psychology Today

Pena

¿Te preguntas por qué no le agradas a los demás?

Esto podría ayudar a hacerte más agradable.

Pexels image by Arthur Brognoli
Source: Pexels image by Arthur Brognoli

La mala aprobación del presidente Trump lo llevó a preguntarse recientemente por qué no le agrada a la gente: “solo puede ser por mi personalidad”, concluyó. Pero, tal vez, va más allá de eso.

Me puso a pensar sobre cuántos de nosotros queremos ser gustados y respetados, pero sin importar cuánto nos esforzamos, nos encontramos sintiéndonos aislados y confundidos sobre el motivo. Como dice la canción de Gilbert y Sullivan “todo el mundo dice que soy un hombre desagradable y no se me ocurre por qué”.

Sin duda no podemos complacer a todos, pero considera si alguno de los siguientes párrafos te sirve para iluminar por qué las personas podrían encontrarte desagradable, alguien con quien no se sienten seguros y cómodos. Si te encuentras despreocupado por si eres agradable o no, tal vez lo que he escrito aquí te ayudará a entender por qué algunas personas que conoces no te agradan.

Para muchas personas, el movimiento de no saber absolutamente nada a tener una idea de algo empieza reemplazando la adicción a culpar, avergonzar o atacar a otros con una capacidad de introspección valiente, aceptando el desagradable prospecto, pero, a fin de cuentas, liberador de que la causa de nuestro aislamiento podría estar dentro de nosotros mismos.

Estas son tres cosas a considerar en relación a las razones por las que podríamos estar alejando el afecto que deseamos:

¿Demuestras que los demás te importan?

Desear importarle a las personas es un deseo natural. Pero, ¿hasta qué punto te importan los demás? Si tienes habilidad para tomar; ver lo que puedes obtener sin mucha atención a lo que los demás quieren de ti, entonces no es sorpresa que las personas no se sientan inclinadas a incluirte entre sus amistades.

¿Con qué frecuencia ofreces tu atención cuidadosa a otros? ¿Preguntas acerca de lo que está pasando en sus vidas o intuyes lo que necesitan para sentirse seguros y felices? O, ¿hablas rápidamente sobre ti mismo y ves cómo podrían servirte?

¿Ofreces empatía?

Cuando escuchas sobre el sufrimiento de alguien más, ¿lo percibes como su problema y no algo por lo que deberías preocuparte? ¿Tienes una aversión a escuchar sobre los desafíos y dificultades de los demás?

¿Puedes reconocer cuando una persona está lastimada, temerosa o dolida? ¿Qué tan cerca te permites llegar a esos sentimientos dentro de ti? ¿Has intentado formarte una vida en la que la tristeza no te toque?

¿Percibes las emociones incómodas como una amenaza a la imagen que quieres proteger? ¿Podrías considerar acercarte a una fortaleza emocional que expanda tu tolerancia para sentimientos desagradables como el miedo, el dolor o la vergüenza? Hacerlo podría convertirte en una persona más grande.

La manera en la que lidiamos con nuestros sentimientos personales determina cómo respondemos a los demás. Por ejemplo, si la pena o la vergüenza es intolerable para nosotros, podríamos encontrarnos atacando o juzgando a las personas sin siquiera notar la vergüenza que nos está impulsando a hacerlo. Las explosiones de ira podrían protegernos de un dolor intolerable, transmitimos nuestra vergüenza hacia otros para no tener que sentirla. Naturalmente, a las personas no les agradaremos si se sienten avergonzadas.

Si experimentas las emociones como una molestia, te alejarás de ellas cuando las demás personas las muestren. Es difícil que seas agradable si no registras los sentimientos de los demás y respondes con compasión.

Un camino hacia adelante es pausar antes de responder rápidamente a los demás, lo que podría ayudarte a conectarte con ellos de una manera no crítica ni avergonzante. Pero para hacer eso, necesitas cultivar empatía hacia tus propios sentimientos de vulnerabilidad. Las emociones no son una debilidad; nos conectan con nosotros mismos y con los demás.

Todo el mundo crece con sus propias pérdidas, fracasos y adversidades. Intenta ser más sensible hacia las batallas de los demás. Esto requiere que abraces tus propios sentimientos incómodos con amabilidad y aceptación. Abrazar la vulnerabilidad te hace más humano, potencialmente más amable y más atractivo para los demás.

Revisa tu nivel de arrogancia

¿Pausas por el suficiente tiempo para permitir que las personas respondan a tus pensamientos, perspectivas y opiniones o pasas como una aplanadora por encima de las sensibilidades de los demás? ¿Ocupas todo el espacio en una conversación? ¿Descartas rápidamente lo que no va en armonía con tus creencias preexistentes? ¿Es posible que estén viendo algo que tú no?

¿Estás convencido de que siempre tienes la razón? ¿Eres lo suficientemente fuerte como para reconocer que estás equivocado en ocasiones y para permitirte ser influenciado por los puntos de vista de los demás? ¿Te aferras a una mentalidad que te evita cambiar de opinión?

La arrogancia es desagradable y podría estar contribuyendo a tu aislamiento. Reconocer que podrías estar equivocado es el inicio de la sabiduría. La humildad es atractiva.

Todo el mundo quiere sentir que sus sentimientos, añoranzas y humanidad importan. Si puedes encontrar la resiliencia para extender atención afectuosa hacia otros y honrar su experiencia, podrías encontrar que las personas estarán naturalmente inclinadas a encontrarte agradable.

Intenta encontrar un balance armonioso entre dar y recibir. Escucha cuidadosamente y reflexiona un poco sobre lo que estás escuchando. Podrías encontrar que a los demás les encanta, al igual que a ti.

El camino hacia ser agradable no está envuelto en el misterio. Con frecuencia se resume en ser amable, afectuoso y empático hacia los demás y experimentarnos como parte de la condición humana y no alguien que es especial o mejor que los demás. Los líderes espirituales genuinos son amados porque nos amaron a nosotros.

Si podemos buscar dentro de nosotros mismos y extender aunque sea una pequeña cantidad de cariño, gentileza y responsividad hacia los demás, es probable que encontremos que nos aprecian por hacerlo, incluso si no lo hacemos a la perfección. De hecho, las personas se sienten amenazadas por alguien perfecto, así que, pretender que somos perfectos es contraproducente. Si tomamos el riesgo de honrar y extender a nuestros seres imperfectos, podríamos terminar agradablemente sorprendidos con la respuesta positiva que recibimos.

© John Amodeo

Imagen de Facebook: MAD.vertise/Shutterstock

A version of this article originally appeared in Inglés.

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Acerca de
John Amodeo Ph.D., MFT

El Dr. John Amodeo, Terapeuta Familiar y Matrimonial, es autor de Dancing with Fire: A Mindful Way to Loving Relationships y de Love & Betrayal.

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