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La trivialización puede ser tan sutil que la persona se queda con una sensación de depresión y frustración sin saber por qué. A continuación hay un ejemplo de trivialización en la relación de “Ale” y “Enrique”:
“Pasé muchas semanas analizando los papeles y archivos viejos que Enrique y yo habíamos acumulado durante más de 20 años. Después de clasificarlos exhaustivamente, acomodé todo bajo categorías y los archivé según un código de colores: Negocios, Médicos, Seguros, Personales, etc. El resultado fueron tres cajones de archivos en un nuevo archivero. Fue un trabajo largo y tedioso. Le había mencionado ocasionalmente a Enrique cómo iba el trabajo. Finalmente, después de un par de semanas de trabajo, me alegré de haber terminado. Le dije: ‘Enrique, terminé con los archivos. Fue un trabajo arduo’. Abrí los cajones y le mostré lo que había hecho. Me dijo, ‘¡Vaya! Estoy impresionado!’ Yo no recordaba que alguna vez me hubiera reconocido así. Con una sonrisa, le dije ‘¿lo estás?’ Me respondió en una voz extraña: ‘Me impresiona cómo lograste que los nombres cupieran en esas pequeñas etiquetas.’ Le respondí: ‘Ay Enrique, lo hice a máquina. Esa no fue la parte difícil’. Me miró con seriedad y me dijo: ‘Pues yo creo que lo fué’”.
— Evans, Patricia (2009), Las relaciones verbalmente abusivas (Kindle Locations 1859-1869). Adams Media.
El abuso verbal puede ser tan sutil como lo ilustra la historia de Evans. Aún así, deja a la víctima sintiendo mucho dolor y confusión. Al creer en una realidad distinta desde la que las personas razonan y se comunican con los demás, la víctima intenta darle sentido al tratamiento que le da su abusador, sin entender que a veces el comportamiento malvado de otras personas no tiene sentido ni explicación racional y no tiene nada que ver con ella.
Pero la víctima desea tanto darle sentido al comportamiento que no acaba con él, en su lugar, no deja de buscar explicaciones para lo que podría haber provocado al abusador. La víctima piensa que tal vez hubo algo en su comportamiento que hizo que el abusador actuara de esa forma y que, por lo tanto, lo merecía.
Debido a que la víctima aún no comprende del todo la idea del abuso verbal, un abuso a un nivel puramente mental o verbal, cree que el maltrato del abusador debe tener una explicación racional.
Entonces, la víctima se enfrenta al comportamiento, no de la manera en la que debería enfrentarse a este comportamiento, sino de la manera en la que debería enfrentarse a un comportamiento racional. La víctima pide una explicación, pide ejemplos de las generalizaciones realizadas por el abusador y le pide al abusador que le dé sentido al abuso.
Pero la víctima está perdiendo. Los abusadores, incluyendo a los abusadores verbales y emocionales, no actúan racionalmente. Pedirles una razón o intentar razonar con ellos no tiene caso. No tienen ninguna buena razón para comportarse de esa manera y solo responden con más abuso.
No se puede razonar con un abusador.
Pocas personas intentan entender el abuso verbal. Las personas que se exponen a ello usualmente no se dan cuenta de que están expuestas. Y quieren desesperadamente que los demás se comporten de manera racional. Entienden el enojo y la irritación cuando hay buenas razones para ello. Entienden que no nos podemos llevar bien todo el tiempo. Pero no logran ver que cuando alguien es verbalmente abusivo, sus acciones no están para nada basadas en la razón.
Responder efectivamente al abuso verbal requiere reconocerlo cuando sucede y darse cuenta de que no tiene sentido en absoluto intentar razonar con el abusador.
Un abusador verbal definirá tu realidad, decidirá lo que puedes hacer y lo que no y te tratará como (desde su perspectiva) una parte desagradable de sí mismo, una parte que tienen que socavar con el fin de mantener su propio sentido del ser.
Solo hay una manera de acabar con el abuso verbal: indicárselo al abusador.
Si eso no funciona, la única manera es irte, tan pronto como sea posible.
Berit “Brit” Brogaard es autor de Sobre el amor romántico
A version of this article originally appeared in Inglés.
