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Verificado por Psychology Today

Relaciones

Reduce el sarcasmo para tener mejores relaciones

Por qué deberías bajar el tono del sarcasmo con las personas que te importan.

Los puntos clave

  • El sarcasmo y la ironía son formas de humor implicando discrepancia entre palabras y señales no verbales.
  • Investigaciones sobre el uso de estas formas de humor sugieren que pueden hacer que te perciban como grosero.
  • Cíñete a la comunicación directa con tu pareja y deja el sarcasmo extremo a los comediantes.
Asier Romero/Shutterstock
Source: Asier Romero/Shutterstock

De las muchas formas de humor, desde la comedia física hasta los juegos de palabras, un buen chiste ciertamente puede alegrar el ambiente. Podrías burlarte de tu pareja romántica por un error tonto y ambos se ríen mucho. Sin embargo, el humor también puede adoptar una forma menos inocente.

El sarcasmo pretende obtener su efecto humorístico de la contradicción que presenta entre las palabras que usa una persona y el significado que esas palabras pretenden tener. Si alguna vez alguien te ha dicho “bien hecho” cuando claramente quería decir lo contrario, sabes que es fácil sentirse un poco confundido. Aunque las personas en relaciones románticas sienten que pueden salirse con la suya con este tipo de burlas, una nueva investigación sugiere por qué es mejor pensarlo dos veces antes de seguir el camino sarcástico.

El sarcasmo, los juegos y la amabilidad

Según Pavrita Rao Makarla y sus colegas (2024), de la Universidad de Connecticut, el sarcasmo es una “implicatura conversacional” en la que los hablantes utilizan el contexto y señales no verbales para comunicar un significado deseado más allá de las palabras mismas. Estas señales tienen como objetivo evitar malentendidos, como el ejemplo del “bien hecho”. Es posible que te des cuenta de que eres el blanco del sarcasmo si el hablante pone los ojos en blanco o si, de hecho, te das cuenta de que en realidad no lo hiciste bien (por ejemplo, si se te cae un plato de comida).

Otra forma de ver el sarcasmo, como lo ilustra este ejemplo, es como una forma de “crítica irónica” que tiene connotaciones agresivas. Si el destinatario del comentario interpreta correctamente su significado, se sentirá insultado. Las palabras son bonitas pero el sentimiento no. Al bromear, las palabras de una persona son negativas (“eres un gran desastre, ¿no?”), pero la intención es positiva. Si interpretas esta interacción de manera positiva, no sentirás como si te hubieran insultado y es más probable que te rías más.

Ambas formas de humor se basan en la interpretación correcta del significado del hablante por parte del oyente. Sin embargo, debido a la “implicatura conversacional”, también es posible que el significado deseado se escape por completo al oyente. Las palabras solas de un comentario sarcástico parecerán educadas, y las de un comentario irónico parecerán groseras.

Por lo tanto, para que un comentario humorístico surta efecto, el oyente debe estar sintonizado con el canal no verbal del hablante, o no sólo se perderá el chiste sino que la relación puede verse afectada.

¿Cuándo y con quién fracasa el sarcasmo?

Makarla y sus colegas estaban interesados en investigar el papel de la prosodia en el sarcasmo, es decir, el tono de voz que utiliza un hablante para transmitir un mensaje. Cuando intentas transmitir un significado opuesto al que significan tus palabras, puedes exagerar tu entonación, poner énfasis en ciertas palabras y cambiar tu tono de voz. Otros investigadores han investigado la ironía y el sarcasmo mediante el uso de la prosodia, mostrando algunas de las formas en que estas formas de humor pueden enriquecer la vida. Sin embargo, la desventaja de todo esto es cuando pareces grosero o insensible. El estudio de la Universidad de Connecticut proporciona orientación para determinar cuándo ser sarcástico y con quién.

La llamada “máxima griceana” de comunicación establece que “los interlocutores siguen reglas que conducen a una comprensión mutua de lo que se dice” (p. 1). Estas reglas incluyen ser conciso, veraz, informativo y relevante. El sarcasmo desacata esta regla porque su ambigüedad y contradicciones internas pueden confundir al oyente, a menos que éste también esté involucrado en el chiste.

Toda una vida de experiencia en contar chistes, burlas y bromas de buen carácter debería hacer que las personas, a medida que crecen, sean menos propensas a malinterpretar el sarcasmo y la ironía, o a sentirse ofendidas por su uso. Sin embargo, el equipo de UConn propone que sucede exactamente lo contrario. Es más probable que los adultos mayores tomen las palabras por su significado literal, ya sea porque no escuchan todas las señales prosódicas o malinterpretan las señales no verbales. Como resultado, el sarcasmo debería parecer más educado y la ironía más grosera de lo que es cierto para los adultos más jóvenes. Otras influencias sobre la percepción del sarcasmo incluyen la identidad de género, la raza, el estatus socioeconómico, la cultura y las diferencias geográficas.

El propósito del estudio Makarla et al. era dividir estas influencias en la percepción del sarcasmo para descubrir quién tiene más probabilidades de sentirse ofendido por la violación de esas reglas griceanas por parte de un hablante. El equipo de investigación reclutó a 278 participantes británicos y estadounidenses divididos en tres grupos de edad, también clasificados como mujeres, hombres y género no conforme.

Los estímulos experimentales presentaron a los participantes en línea cuatro escenarios de video, en todos los cuales una mujer le preguntaba a un hombre si le gustaría probar una de las galletas que acababa de hacer. Las dos respuestas literales en los videos fueron “Mmm… se ven tan bien” y “no se ven muy apetecibles”. Las respuestas sarcásticas y burlonas fueron las mismas. Una quinta respuesta fue la mentira prosocial que afirmaba que se ven bien.

Las señales no verbales y prosódicas que acompañan a estas respuestas fueron la clave para las intenciones sarcásticas e irónicas, incluida la entonación pasiva/agresiva y los ojos en blanco. Las burlas, por el contrario, utilizaban tonos alegres e incorporaban risas. Puedes practicar diciendo cada respuesta con cada uno de estos significados para tener una idea de cómo se desarrollan estas distinciones.

Los participantes vieron 50 viñetas que se ajustaban a cada una de las condiciones de comunicación y calificaron cada una en una escala de cortesía del 1 al 5. También completaron encuestas para determinar sus preferencias de comunicación en el uso del sarcasmo y la direccionalidad conversacional.

Los hallazgos mostraron que las respuestas sarcásticas recibieron puntuaciones de cortesía más bajas entre todos los participantes. Las burlas, por el contrario, recibieron calificaciones más altas de cortesía. Los hombres consideraban que el sarcasmo y la franqueza eran más educados que las mujeres, lo que sugiere que los hombres se sienten “más cómodos con la comunicación confrontativa” (p. 10).

Respecto al envejecimiento, y en contra de las hipótesis de los autores, las personas mayores no perdieron su capacidad conversacional. Al igual que los participantes más jóvenes, calificaron las declaraciones positivas como más educadas, lo que significa que, en palabras de los autores, “las personas de todas las edades poseen la capacidad de discernir las sutilezas de la ironía y las mentiras prosociales e interpretar con precisión las señales no verbales previstas”. (pág. 9). Curiosamente, los participantes mayores pensaron que las mentiras contundentes (negativas) y prosociales eran menos educadas que las burlas y las declaraciones positivas literales. En otras palabras, es mejor no ser abiertamente negativo ni decirle una mentira piadosa a un adulto mayor.

Quizás no sea una sorpresa que los británicos en el estudio pensaran que las mentiras prosociales eran más educadas que sus homólogos estadounidenses. Las normas sociales en el Reino Unido que enfatizan la preservación de la dignidad de alguien a pesar de la verdad pueden haber influido en estos hallazgos en particular.

Si tienes dudas, evita el sarcasmo

Como puedes ver en estos hallazgos, cuando tomas el camino sarcástico hacia la comunicación, corres el riesgo de parecer descortés y ofender a tu interlocutor, incluso si es la persona más cercana a ti. El contexto en el que se llevó a cabo el estudio de la UConn involucró percepciones de extraños, no de verdaderos compañeros de conversación, pero incluso tu pareja romántica podría sentirse desairada por tu inepto intento de ser gracioso. Si tu pareja y tú tienen su propio lenguaje, puede que esto no sea un gran problema, pero aun así puede haber riesgos si sobrepasas los límites entre el sarcasmo y la mala educación.

Los hallazgos también muestran que los adultos mayores conservan una importante habilidad de comunicación social. Esto presenta otra advertencia justa de que si crees que puedes salirte con la tuya con sarcasmo o incluso una mentira piadosa porque la persona con la que estás hablando tiene el pelo gris o blanco, es probable que te perciban como grosero. Por supuesto, esto podría ser contraproducente si conoces a los abuelos de tu pareja romántica por primera vez o si intentas impresionar a alguien en el trabajo que es una o dos generaciones mayor que tú.

En resumen, la comunicación directa tiene muchas ventajas, sobre todo si el mensaje que transmites es positivo. Es mejor dejar el sarcasmo en manos de los comediantes, no de los interlocutores que comparten una relación larga y honesta que desean preservar.

A version of this article originally appeared in Inglés.

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Acerca de
Susan Krauss Whitbourne Ph.D.

La Dra. Susan Krauss Whitbourne, es profesora emérita de ciencias psicológicas y del cerebro en la Universidad de Amherts, Massachusetts . Su último libro es The Search for Fulfillment.

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