Dolor crónico
La mejor forma de hablarle a un niño que tiene dolor
Validar el dolor de un niño puede ayudar a minimizar el dolor en el futuro.
3 de octubre de 2024 Revisado por Devon Frye
Los puntos clave
- La forma en que los adultos hablan con los niños con dolor podría moldear sus respuestas más adelante.
- Es importante validar todas las experiencias de dolor de un niño, incluso cuando el dolor le parezca leve.
- La validación respalda la regulación emocional y la confianza en los profesionales médicos.
Lo que experimentamos cuando somos niños tiene un profundo impacto tanto en nuestra salud física como en la mental como adultos. Los informes a menudo se centran en los efectos nocivos de las experiencias adversas de la infancia, que aumentan el riesgo de que una persona desarrolle depresión y ansiedad, trastornos del sueño, enfermedades del corazón, e incluso dolor crónico.
Sin embargo, las investigaciones muestran que las experiencias positivas en la infancia pueden tener beneficios igualmente a largo plazo. Un nuevo estudio publicado en la revista Pain sugiere que la forma en que reaccionas cuando un niño se acerca a ti con dolor podría moldear la forma en que responde a esa sensación más adelante en la vida. Validar los sentimientos del niño en ese momento podría incluso ayudar a evitar que desarrolle dolor crónico en el futuro.
¿Cómo es la validación?
La validación significa comunicarle a alguien a través de sus palabras y acciones que su punto de vista es importante, razonable y legítimo.
Para un niño con dolor (o un niño que teme estar a punto de tener dolor), la validación puede verse como:
- Escucha activa, que fomenta la confianza de un niño en ti (por ejemplo, "te escuché decir que te sentías nervioso de venir a la clínica hoy")
- Nombrar sus emociones, lo que puede ayudar al niño a identificar lo que siente (por ejemplo, "parece que tienes miedo")
- Legitimar su experiencia, lo que desarrolla la confianza en sí mismo de un niño (por ejemplo, "tiene sentido que tengas miedo; las agujas pueden dar miedo")
- Elogiar los comportamientos adaptativos, lo que refuerza la capacidad del niño para regular sus emociones (por ejemplo, "estoy impresionado con tu valentía al venir a la clínica hoy a pesar de que tenías miedo")
- Involucrar al niño en una estrategia de afrontamiento saludable, que le enseñe que es capaz de tomar medidas positivas para su salud, incluso cuando eso sea un desafío (por ejemplo, "¿por qué no jugamos un juego juntos como distracción?”)
La validación no es lo mismo que la tranquilidad, que se ha demostrado que aumenta el dolor y la angustia de los niños incluso cuando suena positivo (por ejemplo, "puedes superar esto" o "te tomaré de la mano"). Esto puede deberse a que las declaraciones tranquilizadoras le dan al niño la impresión de que el adulto también está preocupado.
Cómo la validación podría prevenir el dolor futuro
Puede ser tentador descartar las quejas de un niño sobre lesiones pequeñas como rasguños, moretones o inyecciones. A medida que crecemos y experimentamos niveles más altos de dolor, la mayoría de nosotros llegamos a ignorar lo que nos parecen dolores y molestias menores, y puede parecer sensato tratar de enseñarle a un niño a hacer lo mismo. Pero mientras todavía están aprendiendo sobre el dolor, la validación constante aumenta la confianza del niño en sus experiencias internas y le da la oportunidad de probar estrategias saludables para sobrellevar la situación.
"Cuando un padre o médico valida las experiencias de un niño de una manera que coincida con su vulnerabilidad expresada, ayuda al niño a sentirse aceptado, genera conexión y confianza, y puede ayudarlo a desarrollar habilidades críticas para regular sus emociones". Explica la autora principal del estudio, la Dra. Sarah B. Wallwork, investigadora de la Universidad de Australia del Sur.
Dado que la intensidad con la que sentimos el dolor está influenciada en parte por nuestras experiencias pasadas, los recuerdos positivos de la infancia sobre el manejo del dolor podrían reducir la cantidad de dolor que realmente siente una persona en la vida adulta.
Los autores del estudio también señalan que "la validación promueve la confianza de que se le creerán sus futuras experiencias de dolor y que puede revelar sus experiencias de dolor a otros y esperar que se le crea y apoye".
Como resultado, los niños cuyo dolor es validado por los adultos en sus vidas pueden tener más probabilidades de buscar atención médica cuando la necesiten, lo que podría prevenir el desarrollo de afecciones crónicas.
"Al validar las experiencias de dolor de los niños", argumenta la Dra. Wallwork, "es probable que tengan menos recuerdos de dolor sesgados negativamente y estén en una mejor posición para buscar ayuda en el futuro".
A version of this article originally appeared in English.