¿Qué causa los trastornos alimenticios?
Nadie entiende completamente lo que da lugar a estas enfermedades dolorosas y confusas. Los trastornos de la alimentación probablemente surgen de una relación compleja entre la genética, los rasgos de personalidad y las influencias ambientales, como las experiencias de la infancia, la comparación social, los eventos estresantes o traumáticos y los estándares de belleza cultural. Aunque las raíces de la alimentación desordenada probablemente seguirán siendo un misterio durante algún tiempo, el tratamiento puede ayudar a aquellos que los padecen a embarcarse en una recuperación exitosa.
En esta página
- ¿Qué rasgos de personalidad y actitudes están relacionados con los trastornos de la alimentación?
- ¿Los trastornos alimenticios son genéticos?
- ¿El estrés y el trauma conducen a trastornos alimenticios?
- ¿Cómo influyen la cultura, los medios de comunicación y los ideales de belleza en los trastornos alimenticios?
- ¿Qué tan comunes son los trastornos alimenticios?
- ¿Ha aumentado la prevalencia de los trastornos alimenticios?
Los trastornos alimenticios están conectados con el perfeccionismo, las tendencias obsesivas compulsivas y la sensibilidad a las emociones negativas. La baja autoestima y la insatisfacción corporal son factores de riesgo, así como desafíos de salud mental como la ansiedad y la depresión.
Una investigación sugiere que uno de los predictores más fuertes de trastornos alimenticios entre las niñas es el valor que los compañeros le dan al peso y la alimentación. Esta tendencia se acentúa en la universidad, una comunidad de individuos de la misma edad con pocos adultos mayores para proporcionar una perspectiva más amplia. La influencia de la percepción de los pares puede contribuir a la proliferación de trastornos alimenticios en los campus universitarios.
La investigación en gemelos, familias biológicas y familias adoptivas muestran que la genética puede poner a las personas en un riesgo mayor de desarrollar un desorden alimenticio. Las personas que tienen un familiar con un trastorno alimenticio enfrentan un riesgo mucho mayor de desarrollar uno. Por ejemplo, los estudios muestran que las personas tienen de 7 a 12 veces más probabilidades de desarrollar anorexia o bulimia si tienen un familiar con un trastorno alimenticio.
Esos fundamentos genéticos también pueden ayudar a explicar por qué los trastornos de la alimentación a menudo se superponen con ciertas afecciones, como la depresión, la ansiedad y el trastorno obsesivo compulsivo.
Sin embargo, la predisposición genética es solo una pieza del rompecabezas. Para la mayoría de las personas, también se necesita un evento desencadenante para estimular el desarrollo de un trastorno.
Los trastornos alimenticios pueden ser estimulados por las transiciones de la vida, así como por eventos estresantes o traumáticos. Esos incidentes, como comenzar un nuevo trabajo, una agresión sexual o la muerte de un ser querido, pueden provocar emociones abrumadoras e incontrolables.
Restringir la ingesta de alimentos y regular el peso puede llevar a las personas a sentir una sensación de control en medio del caos. Y a veces este es el único aspecto de la vida que creen que pueden controlar. De esta manera, un evento desencadenante puede conducir a un trastorno persistente.
Los trastornos alimenticios son prominentes en las culturas occidentales, que ponen un fuerte énfasis en la delgadez, el peso y la belleza. Esto puede llevar a los adultos jóvenes, especialmente a las mujeres, a creer que su autoestima está ligada a su peso.
La exposición a imágenes de cuerpos filtrados, editados y perfeccionados conduce a la autocomparación, un proceso que ocurre rápidamente, sin esfuerzo y, a veces, de forma inconsciente. La comparación constante puede tener un alto costo en la autoestima y la satisfacción corporal.
Los guiones culturales y mediáticos pueden contribuir al desarrollo de un trastorno alimenticio. Sin embargo, no pueden producir la condición por sí solos.
La prevalencia de los trastornos alimenticios entre los adolescentes en los Estados unidos es del 3.8 por ciento para las mujeres y el 1.5 en los hombres, de acuerdo con el Instituto Nacional para la Salud Mental. Entre los adultos en los Estados Unidos la prevalencia en general del trastorno por atracones es del 1.2 por ciento, la presencia total de la anorexia es del 0.6 por ciento y la de la bulimia del 0.3 por ciento.
Los estudios que han expandido un poco los criterios de diagnóstico para los trastornos alimenticios tienen estimaciones más altas, hasta del 5 por ciento en las chicas adolescentes y del 8 por ciento en individuos en general. Los trastornos alimenticios pueden suceder en cualquier edad, pero se desarrollan típicamente en la adolescencia o durante los 20 años de edad.
Aunque los trastornos alimenticios han existido a lo largo de toda la historia humana, parecen haberse extendido mucho más en la época actual. Un estudio muy amplio encontró que el 3.5 por ciento de la población sufrió de algún trastorno alimenticio del 2000 al 2006, sin embargo casi el 8 por ciento sufrió de alguno durante los años 2013 a 2018.
Una tendencia particularmente preocupante es que la anorexia podría estar creciendo entre los niños. Un estudio reciente encontró que la anorexia ha aumentado entre los niños de 8 a 12 años en la última década, lo que es consistente con otra investigación que muestra que la edad de aparición de la anorexia parece estar disminuyendo.