Winston Churchill dijo una vez: "Un pesimista ve la dificultad en cada oportunidad; un optimista ve la oportunidad en cada dificultad". La investigación muestra que, en promedio, los seres humanos están programados para ser más optimistas que no.
Para muchos psicólogos, el optimismo refleja la creencia de que los resultados de eventos o experiencias generalmente serán positivos. Otros sostienen que el optimismo es más un estilo explicativo; reside en la forma en que las personas explican las causas de los eventos. Es probable que los optimistas vean las causas del fracaso o las experiencias negativas como temporales en lugar de permanentes, específicas en lugar de globales, y externas en lugar de internas. Tal perspectiva permite a los optimistas ver más fácilmente la posibilidad de un cambio.
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El optimismo no significa participar en un pensamiento ilusorio o fantástico. Es una forma de mirar el mundo que da más agencia al optimista como al menos en parte responsable cuando la vida va bien. Los optimistas tienen perspectivas más saludables y tienden a vivir más tiempo que sus contrapartes pesimistas; también son menos susceptibles a los efectos negativos de la enfermedad, la fatiga y la depresión. Sin embargo, una creencia poco realista de que el futuro de una persona solo estará lleno de eventos positivos puede llevarla a asumir riesgos innecesarios, particularmente con su salud y sus finanzas.
Las personas que son más optimistas tienen un mejor manejo del dolor, una mejor función inmune,cardiovascular y un mayor funcionamiento físico. El optimismo ayuda a amortiguar los efectos negativos de la enfermedad física y se asocia con mejores resultados de salud en general. Los optimistas tienden a buscar significado en la adversidad, lo que puede hacerlos más resistentes.
Si bien una actitud positiva puede acercar a las parejas, demasiado optimismo puede llevar a altas expectativas que son imposibles de cumplir para cualquiera. Las parejas con demasiado optimismo también pueden no desarrollar las habilidades de resolución de problemas que necesitan en tiempos difíciles. Esto puede conducir a una baja calidad relacional.
Algunos optimistas atribuyen consistentemente motivos benevolentes a otros e interpretan situaciones de la mejor manera posible; otros simplemente desvinculan su estado de ánimo interno de las circunstancias externas, sin importar cuán pegajoso sea. Sin embargo, ser optimista no es necesariamente la "mejor" estrategia. Investigaciones muestran que sostener una disposición positiva con una pequeña dosis de realismo, o incluso pesimismo, podría ser la mejor manera de desarrollar resiliencia y lograr los objetivos.
La tendencia a sobreestimar la probabilidad de resultados positivos y minimizar la posibilidad de los negativos se llama sesgo de optimismo. Si bien un punto de vista optimista puede ser útil para motivar a las personas a arriesgarse y perseguir sus sueños, una dosis de realismo sobre los riesgos involucrados puede hacer que el éxito sea más probable.
La evidencia sugiere que los hombres y las mujeres comparten niveles similares de optimismo, pero hay diferencias de género en los que son optimistas. Se ha encontrado que los hombres, por ejemplo, tienen opiniones más optimistas sobre el futuro económico. Sin embargo, durante las recesiones económicas, la diferencia de género desaparece.
La duda y la desesperación pueden hacer que las personas sientan que lo que intentan es inútil, y un resultado negativo ya está predeterminado. El optimismo les da la esperanza de que tienen algo de libre albedrío y que tienen algún poder para cambiar sus circunstancias para mejor.