Ansiedad
¿Deberías evitar esa conversación difícil?
Considera los pros y los contras de tener una conversación difícil.
20 de agosto de 2024 Revisado por Gary Drevitch
Los puntos clave
- Evitar lo que nos genera ansiedad puede aliviar a corto plazo, pero al final alimenta una ansiedad más fuerte
- Evitar conversaciones difíciles puede conducir a mala comunicación, ruptura de relaciones y pérdida de valores
- La terapia de aceptación y compromiso (ACT) propone alternativas a la evitación experiencial
En la lista de cosas que disfruto, la ansiedad probablemente estaría cerca del final, justo al lado de las endodoncias y las cartas relacionadas con impuestos. Sin embargo, he aprendido que, al igual que las endodoncias y los impuestos, evadir la ansiedad solo empeora las cosas.
Es natural que las personas quieran alejarse del dolor. Sin embargo, lo que funciona en el mundo externo (huir de un tigre) a menudo es menos efectivo en nuestras mentes. Acorralarnos para escapar de la ansiedad generalmente crea más ansiedad y nos bloquea las cosas que realmente importan.
La cultura popular a menudo nos alienta a evitar las cosas que provocan emociones perturbadoras, pero esto tiene un costo.
En la Terapia de Aceptación y Compromiso, los esfuerzos por evitar la ansiedad y otras experiencias mentales se denominan "evitación experiencial”. Las investigaciones sugieren una correlación entre esto y el nivel de estrés que percibimos (Bardeen et al., 2013) en una situación. En otras palabras, cuanto más tratamos de no sentir algo difícil, a menudo más angustiados nos ponemos. De manera similar, el costo de escondernos es evidente: nos perdemos cosas que nos importan. No hablar con alguien para evitar sentirnos incómodos puede ser beneficioso a corto plazo, pero dejarnos solos a largo plazo.
El problema con evadir conversación difíciles
Cuando se trata de conversaciones difíciles, la intuición puede indicar que hay que evitarlas. Sin embargo, al no hablar, los problemas suelen agravarse entre sí y dañar relaciones vitales. Sin una comunicación clara, las personas tienden a hacer suposiciones y, debido al sesgo humano hacia la negatividad, esas conclusiones pueden no ser precisas o útiles.
Por ejemplo, digamos que Ana se siente mal porque Erica no la invitó a una fiesta. Ana puede suponer que Erica no valora su amistad tanto como sus otros amigos. Con el tiempo, es probable que el resentimiento aumente. Aun así, si Ana habla con Erica, puede descubrir que Erica pensó que Ana tenía otros planes esa noche o que el mensaje de texto de invitación que Erica envió no se envió.
De manera similar, no podemos cambiar lo que no conocemos. Si alguien lucha con un agravio contra otra persona, la otra persona puede ofenderlo felizmente sin siquiera darse cuenta.
Incluso cuando la conversación difícil no da como resultado preservar la relación, estas conversaciones pueden profundizar nuestra comprensión de una situación, lo que lleva a cerrarla. Se necesita coraje para hablar y, a menudo, mostrar valores como el respeto propio, el deseo de conexión y el cuidado de los demás.
Para cerrar
Si te preguntas si conviene o no tener una conversación difícil, vale la pena considerar los pros y los contras de tenerla y, quizás más importante, de no tenerla. Pueden ser muy diferentes. Si bien solo tú puedes decidir si conviene o no avanzar en la conversación, vale la pena considerarlo.
Puedes encontrar a un psicólogo cerca de ti en el Directorio de Psychology Today
A version of this article originally appeared in English.