El síndrome del impostor
Las personas que luchan contra el síndrome del impostor creen que no merecen sus logros y la alta estima que se les tiene en general. Sienten que no son tan competentes o inteligentes como otros podrían pensar, y que pronto, la gente descubrirá la verdad sobre ellos. Aquellos con síndrome del impostor suelen tener grandes logros, pueden ocupar altos cargos o tener numerosos títulos académicos.
¿Por qué las personas con síndrome del impostor se sienten fraudulentas a pesar de que existen abundantes pruebas de su éxito? En lugar de reconocer sus capacidades y sus esfuerzos, a menudo atribuyen sus logros a causas externas o transitorias, como la suerte, el momento oportuno o el esfuerzo que no pueden gastar regularmente. Ya sea en las áreas de rendimiento académico o éxito profesional, una persona puede luchar con la presión y las expectativas personales.
Los rasgos de personalidad impulsan en gran medida el síndrome del impostor: quienes lo experimentan batallan contra la autoeficacia, el perfeccionismo y el neuroticismo. Los entornos competitivos también pueden sentar las bases. Por ejemplo, muchas personas que desarrollan sentimientos de impostor se enfrentan a una intensa presión sobre el rendimiento académico de sus padres en la infancia.
Alrededor del 25 al 30 por ciento de los triunfadores pueden sufrir del síndrome del impostor. Y alrededor del 70 por ciento de los adultos pueden experimentar impostorismo al menos una vez en su vida, sugiere una investigación.
Irónicamente, llamar la atención sobre el éxito de uno puede desencadenar sentimientos de síndrome del impostor. Esto podría ocurrir al recibir un premio, aprobar un examen o ser promovido. El fracaso después de una serie de éxitos también puede hacer que alguien critique y cuestione su aptitud general.
El síndrome del impostor se documentó por primera vez en mujeres de alto rendimiento en la década de 1970. Si bien, el síndrome del impostor es aún más frecuente entre las mujeres, y específicamente entre las mujeres de color, los hombres también son susceptibles de desarrollar esta mentalidad.
El síndrome del impostor puede estar estrechamente relacionado con el perfeccionismo, en el que las personas se sienten presionadas a rendir al máximo el 100% del tiempo, y cuando no lo hacen, se sienten incompetentes y ansiosas. Es útil, aunque difícil, para estas personas cambiar la forma en que ven la perfección para combatir el síndrome del impostor.
Estar atrapado entre el deseo de prosperar y el miedo de lograr el éxito puede ser doloroso y paralizante. Ese miedo puede ser indicativo de miedos específicos, como el miedo a la responsabilidad, a cometer un error, a la incertidumbre o un cambio de identidad. Aprender a tolerar la incomodidad y aceptar la imperfección puede ayudar a superar los miedos que impiden que las personas se esfuercen por alcanzar el éxito.
Superar el síndrome del impostor implica cambiar la forma de pensar de una persona sobre sus propias habilidades. Los impostores sienten que no pertenecen, por lo que reconocer su experiencia y logros es clave, al igual que recordarse a sí mismos que se ganaron su lugar en su entorno académico o profesional.
Las personas deben concentrarse en medir sus propios logros, en lugar de compararse con los demás. Al igual que los perfeccionistas, las personas con síndrome del impostor a menudo se presionan mucho para completar cada tarea sin problemas; temen que cualquier error les revele a los demás que no son lo suficientemente buenos o inteligentes para el trabajo.
Perpetúan esta presión excesiva porque creen que sin la disciplina no tendrán éxito y, en lugar de recompensarse, solo se preocupan por la próxima tarea que tienen por delante. Este ciclo puede ser difícil de romper, pero parte de hacerlo implica recordar que nadie es perfecto y que una persona solo puede hacer su mejor esfuerzo personal.
El síndrome del impostor puede sofocar el potencial de crecimiento y significado, al evitar que las personas busquen nuevas oportunidades de crecimiento en el trabajo, en las relaciones o en torno a sus pasatiempos. Enfrentar el síndrome del impostor puede ayudar a las personas a seguir creciendo y prosperando.
Reflexionar sobre tus logros concretos, compartir tus sentimientos con un ser querido (preferiblemente fuera del entorno que genera el síndrome del impostor), esperar cometer errores al comienzo de una nueva experiencia y buscar un mentor que haya trazado un camino similar son algunos de los pasos concretos que pueden ayudar a combatir el síndrome del impostor.
En determinadas situaciones, recurrir a un colega o mentor que comprenda el sentimiento de inseguridad de uno puede resultar ventajoso. Pero la investigación sugiere que acercarse a personas fuera del círculo académico o profesional de uno puede ser una mejor herramienta para combatir el síndrome del impostor. Esas personas pueden poner las preocupaciones de la persona en contexto, recalibrar su perspectiva y ofrecer apoyo y amor.
Hay dos tipos de mensajes que pueden desencadenar el síndrome del impostor en los niños: las críticas constantes que les hacen sentir que nunca serán lo suficientemente buenos, y el elogio universal y superlativo ("¡Eres el niño más inteligente del mundo!"), que inculca muchas expectativas y presión. Los padres pueden prevenir el síndrome del impostor alabando el esfuerzo, no los resultados, y ayudando a los niños a comprender de manera realista sus fortalezas y debilidades.