Autoayuda
Rompe con la amabilidad crónica: Estrategias para ser auténtico
Descubre cómo ser demasiado bueno puede afectar tu vida.
2 de abril de 2025 Revisado por Jessica Schrader
Los puntos clave
- Agradar se siente bien. Ser real se siente mejor.
- Puedes ser cálido y amable sin ser un tapete.
- Comienza poco a poco, con microconflictos.
Si eres conocido como "el bueno" en tu familia o grupo de amigos, probablemente uses esa etiqueta con orgullo. Eres el que escucha sin interrumpir, evita los conflictos y siempre está listo para echar una mano, incluso cuando te estás ahogando.
Pero, ¿ y si ser el bueno no esno es una virtud, sino un disfraz? ¿Qué pasa si tu amabilidad crónica está saboteando tu felicidad, tus relaciones e incluso tu salud mental?
Los psicólogos han estudiado durante mucho tiempo el rasgo de alta amabilidad, un marcador de personalidad asociado con la amabilidad, la empatía y la cooperación. Si bien suena como un rasgo de ensueño, la realidad es más complicada. Las investigaciones indican que las personas que obtienen un puntaje alto en amabilidad a menudo luchan por establecer límites, articular sus necesidades y afirmarse cuando más importa. Con el tiempo, esto puede provocar agotamiento, ansiedad y resentimiento reprimido
2 Ejemplos de amabilidad excesiva
Tomemos a Elena, una curadora de museos de 42 años en Minneapolis. Para sus compañeros de trabajo, ella era el pegamento que mantenía unido al equipo, siempre agradable, siempre servicial. Pero a puerta cerrada, Elena luchaba contra migrañas, noches sin dormir y una creciente sensación de invisibilidad. “Sentía que estaba desapareciendo", dice ella. “Como si tuviera que borrarme a mí misma para que todos los demás se sintieran cómodos".
O considera a Renzo, un chef de 29 años en Santa Fe. Renzo se enorgullecía de ser complaciente, ecuánime y diplomático. Sin embargo, en las relaciones románticas, repetidamente se aprovechaban de él, incapaz de defender sus propias necesidades de manera efectiva. “Pensé que si yo era lo suficientemente bueno, ellas naturalmente, me tratarían bien. No me dí cuenta de que les estaba enseñando a ignorarme".
Deja de ser “amable" y comienza a ser real
Aquí hay tres consejos contradictorios pero poderosos:
1. Comienza con microconflictos.
En lugar de tratar de volverte asertivo de la noche a la mañana, comienza con algo pequeño. No estar de acuerdo con un amigo sobre la elección de un restaurante. Dile a tu colega que no puedes quedarte hasta tarde. Estos micromomentos entrenan a tu sistema nervioso para tolerar la incomodidad y ayudan a reconfigurar tu relación con la confrontación.
2. Usa cumplidos con límites.
Puedes ser cálido y amable sin ser un tapete. Intenta decir, “me encantaría ayudar, pero tengo que cuidarme hoy". Sigues expresando cuidado, pero con límites. Eso es amabilidad genuina, no autoborrado.
3. Pregúntate: ¿Quién se beneficia de mi silencio?
Esta pregunta engañosamente simple puede servir como una prueba instintiva. Cuando eliges no hablar, ¿quién está ganando y a qué costo para ti?
Es hora de redefinir lo que significa ser “bueno". La amabilidad genuina no proviene de complacer a todos, proviene de ser honesto, transparente y compasivo contigo mismo primero. Porque cuando siempre te acomodas a los demás, estás abandonando a alguien más en el proceso: a ti.
Reflexión final: ¿quieres profundizar más?
Inicia un “diario de límites" esta semana. Haz un seguimiento de los momentos en que dices que sí cuando quieres decir que no, y escribe lo que desearías haber dicho en su lugar. El cambio comienza con la conciencia.
A version of this article originally appeared in English.