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Verificado por Psychology Today

Suicidio

Las seis razones por las que la gente intenta cometer suicidio

El suicidio es más fácil de comprender de lo que creemos.

Aunque nunca he perdido un amigo o miembro de mi familia por el suicidio, perdí a un paciente. He conocido a muchas personas que se quedaron atrás cuando gente cercana a ellos cometió suicidio. Considerando lo mucho que me afectó perder a mi paciente, solo me puedo empezar a imaginar la devastación que experimentaron esas personas. El dolor mezclado con culpa, enojo y remordimiento se vuelve un trago sumamente amargo, uno que toma meses, o tal vez años en enjuagarse por completo de algunas bocas.

La pregunta que todo el mundo hace sin excepción, la respuesta que todos añoramos tener más que cualquier otra es, simplemente, ¿por qué? ¿Por qué su querido amigo, hijo, padre, esposa o hermano se quitarían la vida? Incluso cuando se encuentra una nota explicando las razones, quedan interrogantes en el aire: sí, sintieron suficiente desesperación como para querer morir, pero, ¿por qué se sintieron así? Normalmente el suicidio de una persona deja sorprendidas a las personas que se quedan atrás (lo que solamente acentúa la culpa del sobreviviente por no haberlo visto venir).

La gente que ha sobrevivido intentos de suicidio ha reportado que lo que querían no era tanto morir sino dejar de vivir, una dicotomía extraña, pero válida de cualquier forma. Si existiera un estado intermedio, alguna alternativa a la muerte, sospecho que muchas personas suicidas la tomarían. Por todos aquellos que se quedaron atrás después de un suicidio, quise describir cómo me entrenaron a pensar acerca de las razones por las que las personas se suicidan. No son tan intuitivas como la mayoría de la gente piensa.

En general, la gente intenta suicidarse por seis razones:

  1. Están deprimidos. Esta es, indudablemente, la razón más común por la que la gente comete suicidio. La depresión severa casi siempre va acompañada por una sensación generalizada de sufrimiento combinada con la convicción de que no hay esperanzas para librarse de él. El dolor de existir con frecuencia se vuelve más de lo que la gente severamente deprimida puede soportar. El estado de depresión toma el control de sus pensamientos, permitiendo que ideas como “Todos estarían mejor sin mí” suenen perfectamente razonables. No deberíamos culparlos por caer presas de este tipo de pensamientos al igual que no deberíamos culpar a los pacientes de enfermedades del corazón por experimentar dolores de pecho; es simplemente la naturaleza de su enfermedad. Debido a que la depresión como sabemos, casi siempre es tratable, todos deberíamos esforzarnos por reconocer su presencia en nuestros seres queridos. Frecuentemente, la gente la padece de manera silenciosa, planeando el suicidio sin que nadie lo sepa. En mi experiencia, a pesar de que incomoda a ambas partes, preguntar directamente sobre los pensamientos suicidas casi siempre obtiene una respuesta sincera. Así que, si hay alguna sospecha sobre alguien que podría estar deprimido, no hay que permitir que la tendencia a negar la posibilidad de ideas suicidas nos detengan de preguntar al respecto.

  2. Están psicóticos. Las voces interiores malevolentes con frecuencia ordenan la autodestrucción por razones imposibles de entender. La psicosis es mucho más difícil de ocultar que la depresión y es, tal vez, la más trágica. La incidencia mundial de la esquizofrenia es el 1 por ciento y con frecuencia ataca a individuos por lo demás exitosos y de alto desempeño, cuyas vidas, aunque se pueden manejar con medicamentos, con frecuencia nunca logran ser como prometían originalmente. Es tan probable que un esquizofrénico hable abiertamente de voces ordenándoles suicidarse como que no lo haga, pero, en mi experiencia, suelen responder honestamente si se les pregunta directamente. La psicosis también es tratable y usualmente debe tratarse para que un esquizofrénico sea capaz de funcionar. Una psicosis sin tratar o mal tratada casi siempre requiere hospitalización hasta que las voces pierdan su poder dominante.

  3. Son impulsivos. Frecuentemente, algunas personas suelen ponerse sentimentales debido al consumo de alcohol y drogas e intentan quitarse sus vidas de maneras impulsivas. Una vez que están sobrias y tranquilas, estas personas suelen sentirse sumamente avergonzadas. El remordimiento suele ser genuino, pero es imposible predecir si volverán a intentar suicidarse. Puede que lo vuelvan a intentar la siguiente vez que se emborrachen o consuman drogas, o puede que no lo vuelvan a hacer nunca. Por lo tanto, no suele ser necesaria una hospitalización. El abuso de sustancia y las razones subyacentes para ello son de mayor preocupación en estas personas y deberían tratarse tan agresivamente como sea posible.

  4. Necesitan ayuda desesperadamente, y no saben de qué otra manera conseguirla. Estas personas usualmente no quieren morir, pero quieren alertar a las personas a su alrededor que hay algo seriamente mal. Normalmente no creen que van a morir, así que eligen métodos que creen que no podrá matarlos con el fin de llamar la atención hacia sus problemas, pero a veces están trágicamente mal informados. Por ejemplo, una adolescente sufriendo una angustia genuina porque se siente sola o porque tuvo una pelea devastadora con sus padres podría tomarse una botella entera de Tylenol, sin darse cuenta de que en dosis suficientes, el Tylenol causa un daño irreversible al hígado. He visto a más de un adolescente sufrir una muerte horrible en una sala de emergencias solo unos días después de una ingestión de este tipo cuando el remordimiento ya los curó de su deseo de muerte y su verdadera meta de alertar a sus allegados sobre su angustia ya se logró.

  5. Tienen un deseo filosófico de morir. Para algunos la decisión de morir por suicidio es una decisión razonada, con frecuencia motivada por una enfermedad temrinal dolorosa de la que tienen pocas esperanzas de aliviarse. Esta gente no está deprimida, ni psicótica, ni sentimental ni desesperados por recibir ayuda. Están intentando tomar el control de su destino y aliviar su propio sufrimiento, lo cual usualmente solo puede lograrse con la muerte. Suelen ver su elección de morir por suicidio como una manera de acortar una muerte que sucederá de cualquier forma. Desde mi perspectiva personal, si esas personas son evaluadas por un profesional calificado que pueda excluir otras posibilidades para desear el suicidio, estas personas deberían de ser capaces de obtener una muerte por su propia mano.

  6. Han cometido un error. Este es un fenómeno reciente y trágico en el que personas, típicamente jóvenes, se limitan el oxígeno para lograr una sensación como de éxtasis pero lo llevan demasiado lejos. La única defensa contra esto es, a mi parecer, la educación.

Las heridas que deja el suicidio en las vidas de aquellos que se quedan atrás son profundas y duraderas. La aparente falta de sentido en el suicidio con frecuencia alimenta el dolor más significativo. La idea de que todos lidiamos mejor con una tragedia cuando la entendemos fue lo que me motivó a compartir los párrafos anteriores con la esperanza de que alguien leyendo esto que se quedara atrás después de un suicidio pueda ser capaz de encontrar una manera de seguir adelante más fácilmente, de dejar ir su culpa y enojo y encontrar un cierre. A pesar de la manera abrupta en la que pueda haber pasado, la culpa y el enojo no tienen por qué ser las únicas emociones que estamos condenados a sentir por la persona que se fue.

Crédito de la imagen de LinkedIn Phat1978/Shutterstock

Imagen de Facebook: Manuela Durson/Shutterstock

A version of this article originally appeared in Inglés.

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Acerca de
Alex Lickerman M.D.

Alex Lickerman, Médico, es internista general y fue director de Atención Primaria en la Universidad de Chicago y ha sido budista practicante desde 1989.

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