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Verificado por Psychology Today

Ansiedad

7 pensamientos que hacen a los niños y adolescentes sentirse miserables

Ayudemos a los niños y adolescentes a mantenerse emocionalmente saludables en sus escuelas.

Estamos en medio de una pandemia. Para complicar las cosas, pronto los niños volverán a la escuela ya sea físicamente o en línea. Para que puedan funcionar bien en estos momentos aterradores, necesitan ser resilientes para lidiar con el estrés. Como padres, terapeutas, educadores y entrenadores, necesitamos ayudar a los niños y adolescentes a aprender a manejar su ansiedad, tristeza, enojo y otras emociones desafiantes.

Como describo en mi nuevo libro, los niños y adolescentes suelen experimentar combinaciones de emociones angustiantes, incluso si no es evidente que esté sucediendo. Pero, sin importar la combinación de sentimientos de enojo o tristeza que esté experimentando un niño, son esos patrones de pensamiento negativos subyacentes los que impulsan todas sus batallas emocionales.

El proceso de identificar, reevaluar y desafiar a estos pensamientos problemáticos, la esencia de la terapia cognitivo conductual, a veces se conoce como reestructuración cognitiva. Cuando discutes el manejo de pensamientos problemáticos con niños y adolescentes, un término como pensamientos negativos automáticos (PNA) puede resonar mejor. Sin importar cuáles sean las palabras que resuenen mejor con este mensaje crucial, debemos enseñar y alentar a los niños a ubicar y disputar estos patrones angustiantes de pensamiento. Estos pensamientos autosaboteadores no solamente llevan a estrés escolar, sino también a dificultades entre pares, problemas de imagen corporal y conflictos familiares.

Estos son siete patrones de pensamiento distorsionados que pesan sobre niños y adolescentes:

  1. Pensamientos de todo o nada. Conocidos también como pensamientos polarizantes, este tipo de distorsión cognitiva entra en juego cuando pensamos que las cosas en nuestras vidas tienen que ser perfectas o si no, solo somos un fracaso. Así que, por ejemplo, si un pequeño no saca las mejor calificación en un examen, termina por percibirse injustamente como un fracaso total.
  2. Sacar conclusiones. Esto sucede cuando nos engañamos pensando que podemos leer las mentes de los demás. Por ejemplo, un niño podría creer que será percibido de manera negativa por sus compañeros incluso antes de encontrarse con ellos.
  3. Filtrado negativo. Esto sucede cuando nos enfocamos en los aspectos negativos de una situación y los exageramos o magnificamos mientras fracasamos en ver los positivos. Por ejemplo, el profesor de una niña le dice que hizo un buen trabajo en una presentación, pero también le da crítica constructiva con la sugerencia de que hable más despacio. Ella descarta lo bien que lo hizo, enganchándose en las sugerencias como comentarios negativos.
  4. Catastrofizar. Esto también se conoce como magnificar o minimizar. Sucede cuando nos decimos cosas como “qué pasaría si…” en donde esperamos que ocurra lo peor. Por ejemplo, el niño o adolescente podría decir: “¿qué pasaría si no puedo entrar al equipo de fútbol y los demás niños se burlan de mí el resto del año?”
  5. Pensar con “debería”. Con este patrón de pensamiento problemático, tienes una lista de reglas rígidas sobre cómo debería ser el comportamiento propio y el de los demás. Digamos que un niño o adolescente está frustrado por lo mucho que le toma resolver un solo problema de matemáticas. Piensa de manera problemática “¿qué pasa conmigo? Este problema no debería ser tan difícil”. A veces los adolescentes, e incluso los adultos piensan que regañarse con la palabra debería los hace sentirse o verse nobles. La realidad es que lleva a la vergüenza. Y la vergüenza puede llevar a los niños y adolescentes a sentirse decaídos y a romper con su motivación para hacer las cosas y lograr sus metas.
  6. Etiquetados negativos. Te adhieres rígidamente a una etiqueta negativa impuesta sobre ti mismo. Para muchos niños, cuando se trata de trabajo escolar, frecuentemente se enganchan con etiquetas injustas como “flojo” o “tonto”. Las etiquetas negativas son una verdadera carga porque una vez que te pones una, tiendes a ajustarte a ella.
  7. Comparaciones negativas. Esto ocurre cuando te comparas de manera poco favorable con los demás. Por ejemplo, los niños pueden pensar: “ella es más delgada y más bonita, entonces ¿a quién le importa si cuido de mi cabello?” o “es un atleta y le gusta a las chicas guapas; ¿a quién le importa si yo soy listo?”

El enfoque completo que yo aplico involucra usar una combinación de habilidades de consciencia plena (para silenciar la mente), terapia cognitivo conductual (para desafiar a los pensamientos molestos) y psicología positiva (para infundir optimismo y fuerza para seguir). Los ejemplos a continuación, que se enfocan a ayudar a niños y adolescentes a identificar y replantearse pensamientos positivos, son muestras para empoderarlos a identificar, desafiar y conquistar los pensamientos ansiosos, tristes y molestos que les estorben.

Desafiar a los pensamientos inútiles y contraproducentes

Le pido a los niños y adolescentes que piensen acerca de algún pensamiento negativo o contraproducente que tengan acerca de sus presentaciones y tareas y sobre la manera en la que activan ciertas preocupaciones. Suavemente les ayudo a ver cómo esos pensamientos molestos estorban en su camino a satisfacer esas demandas académicas. Y comparto los siguientes ejemplos para ayudarles a ver que mientras que la parte reactiva de su cerebro los lleva a dudar de sus habilidades académicas, eso no significa que tengan que aceptar los pensamientos ansiosos.

Puedes aplicar esta técnica también y usar los siguientes argumentos o extrapolarlos para que apliquen a los pensamientos específicos que te revelen tus pequeños:

  • Cuando un niño expresa un pensamiento contraproducente de todo o nada como “nunca le voy a entender a esta tarea” se puede replantear un pensamiento útil como, “sí, esta tarea es difícil, pero he logrado entender temas difíciles antes”.
  • Si una adolescente describe un pensamiento de etiquetado negativo como, “reprobé el examen de biología, soy tonta” puedes entrenarla para que lo reemplace con un pensamiento más positivo como “no me fue bien en este examen, pero eso no significa que sea tonta. Obtendré mejores calificaciones si estudio más”.
  • Cuando los niños batallan con pensamientos de “debería” como “debería haber estudiado más para mi examen de mañana” puedes alentar una alternativa más realista como “no me encanta tener un examen tan difícil, pero me debo a mí mismo esforzarme al máximo con él”.
  • Cuando un niño o adolescente exprese un pensamiento de comparación negativa como, “¿por qué me saqué una baja calificación en mi tarea mientras que mi equipo salió muy bien? Puedes sugerir que se sentirá mejor si piensa, “me esforcé e incluso me fue mejor que la vez pasada”.

Decirle a los niños y adolescentes que se relajen y no se estresen podría no llevarlos muy lejos si no tienen las herramientas que van a usar. Pero instruirlos constructivamente a usar ejemplos como los que describo arriba les ayudará a aprender lo que considero las dos habilidades más cruciales para la vida: calmarse y resolver problemas.

A version of this article originally appeared in Inglés.

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Acerca de
Jeffrey Bernstein Ph.D.

El Dr. Jeffrey Bernstein, es psicólogo y autor de siete libros, entre ellos 10 Days to a Less Defiant Child.

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