3 Prácticas para ser un mejor líder

Esta semana en mi podcast, tuve el placer de entrevistar a Ronald Riggio, profesor de Liderazgo y Psicología Organizacional, y ex director del Kravis Leadership Institute, en Claremont McKenna College en California. Es autor de más de 150 publicaciones, incluidos artículos de investigación y 24 libros en las áreas de liderazgo, psicología organizacional y psicología social, y es colega colaborador en Psychology Today.

En el corazón de un liderazgo excelente está la comunicación, y la comunicación comienza con escuchar (escuchar realmente) lo que sus seguidores dicen y, a veces, no dicen. La comunicación verbal está en el corazón de la inteligencia social, pero la comunicación no verbal es la base de la inteligencia emocional. Cuando las personas se cierran y no hablan o no quieren hablar, es trabajo del oyente intuir lo que sienten y encontrar un camino para volver a hablar.

El “lenguaje corporal” no es un lenguaje verdadero en el sentido de que no existen posturas o gestos inconscientes universales que puedan traducirse de manera confiable. Más bien, el lenguaje corporal debe verse como un dato e interpretarse en el contexto de la conversación, la cultura y el individuo. Por ejemplo, muchas personas tienen una cara de enojo en reposo; probablemente no estén enfadadas en absoluto, pero su anatomía natural puede llevar a una mala interpretación de sus emociones reales. Del mismo modo, las personas que naturalmente parecen muy sonrientes pueden tener o no un estado emocional optimista subyacente.

La entrevista de Riggio estuvo salpicada de fascinantes hallazgos de investigación sobre comunicación. Por ejemplo, ha descubierto que cuanto más alto esté uno en la jerarquía de liderazgo, a menudo peores serán sus habilidades para escuchar. Los mejores líderes tienen una relación cuasi paternal con sus seguidores en el mejor sentido de la paternidad. Se preocupan genuinamente por sus seguidores y son generosos al escuchar, apoyar y orientar. Entienden que sus seguidores no son personas perfectas con vidas perfectas y que a menudo tienen problemas personales importantes, y los alientan a resolver esos problemas y encontrar formas de no llevarlos al lugar de trabajo. Las investigaciones muestran que cuanto más se sienten los empleados genuinamente interesados, más comprometidos y eficaces serán en su trabajo.

Le pregunté a Riggio sobre una emoción que parece muy difícil de leer: la envidia. Observo que, aunque la envidia es una experiencia universal, la encontramos como un sentimiento vergonzoso o embarazoso y tratamos de reprimirla. Sin embargo, es una emoción enormemente poderosa que puede impulsar un comportamiento destructivo. Comentó que la envidia y su gemelo, el resentimiento, a menudo se explotan políticamente para crear una dinámica de nosotros contra ellos que subyace a una polarización en las comunidades y las naciones.

Le pregunté a Riggio sus tres recomendaciones principales para convertirse en un mejor líder:

1. Comprométete a emprender un camino de desarrollo para mejorar tus habilidades de liderazgo.
2. Considera una actividad como clases de improvisación, que pueden ser formas excelentes de mejorar las habilidades de comunicación y obtener excelentes comentarios y sugerencias de tus compañeros.
3. Finalmente, si quieres ser un mejor líder, esfuérzate por convertirte en una mejor persona: más sensible, empática y consciente de las necesidades, derechos y emociones de las personas en tu vida. El liderazgo implica rasgos de personalidad que no se pueden poner o quitar, sino que es la expresión de valores y hábitos que puedes cultivar dentro de ti en tus relaciones cotidianas.